jueves, 15 de julio de 2010

Cómo perder la soltería en diez días: Día tres

Julio/ miércoles 14
Los novios

El novio lucía impecable. La novia estaba perfecta. Los pocos invitados habían ya hecho acto de presencia y se encontraban acomodados en la sala de la actual casa de Catherine, listos para presenciar lo que sería uno de los eventos más importantes en la vida de los novios, de sus familiares y amigos.

Para llegar a este día con éxito, hubo de hacerse un trabajo titánico. El novio primero tuvo que conquistar a la novia, ella tuvo que dejarse conquistar. El novio tuvo qué proponerle matrimonio, ella tuvo que aceptar. El novio debió empezar a ahorrar, y ella a contribuir en lo que mejor pudiera. Entonces ambos tuvieron que comenzar a planear y soñar, pero además actuar en consecuencia. Todo quedó listo y la fecha se fijó; los padres consintieron y dieron su aprobación, y si no la dieron pues tuvieron que amolarse porque ellos estaban decididos.

Este mismo día fue realmente desgastante por todos los preparativos previos. La comida para los invitados no se prepararía sola, y claro que la novia tenía que comprar los ingredientes y ayudar a su suegra y a su tía a prepararla. Se tenía que limpiar la casa. Y por supuesto tenía que arreglarse y prepararse ella misma.

Danielov por su parte, tuvo que asistir al trabajo a pesar de ser el día de su boda civil, todo porque si quería contar con la semana siguiente libre para su luna de miel, tiene que completar el trabajo de esta semana. Lo único que consiguió fue salir temprano para alistarse y presentarse poco antes de las 5 en punto de la tarde en el lugar convenido.

Entonces, el juez apareció. Un hombre grande de dad pero de buen porte y muy amable. Todos tomaron asiento en sus lugares y el juez se acomodó frente a una mesita que le servía de atril. Los novios con los nervios y la emoción a flor de piel se pusieron de pie y la ceremonia comenzó.

El juez dio inicio con las frases de rigor, tras de lo cual se dedicó a preguntarnos que si sabíamos de algún impedimento para que la boda se celebrase. En aquel momento me quedé pensando; no se me venía a la cabeza alguna circunstancia que impidiera la unión de Catherine y Danielov, a no ser que fuera la diferencia de estaturas… pero no, eso no importaba demasiado. Catherine traía tacones y bueno, se disimulaba un poco. Además eso no creo que le hubiera importado mucho al juez. Entonces, lo más prudente sería responder que no, que no conocía ningún impedimento al respecto. Pero cuando iba a contestar, me di cuenta de que los demás ya habían respondido por mí y de que hacía rato que el juez había continuado con la lectura del acta de matrimonio con su tono constante y bastante jocoso (estilo los voceros que hablan en las tiendas de autoservicio). Luego, procedió a preguntarles por turno a los novios, si estaban de acuerdo en convertirse en marido –en el caso de Catherine-- y mujer –en el caso de Danielov… o creo que es al revés--, a lo que ellos respondieron con un tímido pero firmemente indeciso y convencido “sí, acepto”. (Por cierto, yo no sabía que en las bodas civiles se les preguntara eso a los contrayentes, yo creía que cuando decidían casarse y llegaba el juez ya se amolaban y no había marcha atrás, porque a como veo los matrimonios, tal parece que se les hubiera obligado a casarse…)

Con estas simples pero importantísimas afirmaciones, quedó sellado su matrimonio para siempre jamás.

El juez terminó de darle lectura al acta y todos aplaudimos y nos emocionamos. Entonces tocó el turno de que los testigos pasaran a firmar, y así lo hicimos uno por uno. Cuando tocó mi turno de plasmar mi rúbrica, yo dejé bien claro –y respaldado por mi papá—de que si me preguntaban en un futuro que si yo había visto cuando esa pareja contrajo matrimonio, yo respondería sin rodeos que no había visto nada. Todos se rieron, pero no entendí por qué.

Al finalizar dicha ceremonia, pasaron los familiares del novio y los abrazaron, los felicitaron, los bendijeron y lloraron. Entonces pasaron los familiares de la novia que igualmente, los abrazaron, los felicitaron, los bendijeron y lloraron. Luego los amigos; quienes los abrazaron, los felicitaron, los bendijeron y lloraron. Por fin llegué yo y, para no desentonar, los abracé, los felicité, los bendije y me reí (es que eso de llorar en público no se me da).

Por fin, la sesión de fotos en la cual todos quieren participar. Empezando por la familia, la típica foto de los novios con todos ellos. Luego los novios con los amigos. Después, los novios con una niñita hermosa que andaba por ahí, que creo también era familiar. Y al último, toda la familia pero sin los novios (yo no entendí para qué era esa foto…).

Cuando todo aquello se había completado, procedimos a engullir los alimentos que se habían preparado para la ocasión, los cuales consistían en arroz, mole con pollo, bolillos y de beber Dr Pepper.

Fue una tarde/noche muy emotiva y significativa. Ahora creo que sí me dan ganas de llorar.

Ya para retirarnos después de un largo momento de convivencia y plática, nos comenzamos a despedir de los invitados y de los novios, pero algo que me llamó poderosamente la atención fue un gesto maravilloso por parte de estos últimos: se ofrecieron a darnos clases de baile a mí y a mi hermano el viernes por la tarde, un día antes de la ceremonia y la recepción. Según argumentó Catherine, serviría para que sacáramos a bailar a las numerosas invitadas y además, contribuía a relajarlos un poco al enseñarnos. ¡Hasta para eso se dan tiempo!

Ya para finalizar este escrito que espero sea del agrado de Catherine y Danielov, y por supuesto de mis lectores, les expreso mis más profundas felicitaciones y mejores deseos que reiteraré el día de la recepción. Les deseo que sean felices, no hasta la muerte, sino para siempre.

7 comentarios:

Danielov dijo...

Como dato adicional, la "niñita hermosa" era mi sobrina de seis años, hija de mi hermana mayor. Claro, tuvo que salir a su tío, faltaba más.

Muchas gracias por el apoyo para estos trances. Ya falta poco para acabar con todo el proceso desposivo. Que sea lo que Dios todopoderoso disponga. Pufff.

Jonathan R. dijo...

excelente!!! me sentí como si hubiera estado allá en la fiesta, estuvo tan bien descrito que hasta creo que me tome la foto con ustedes, XD, que felicidad, al fin casados, por lo legal, pero casados.
Ya están el cincuenta por ciento condenados... perdón, quise decir felizmente casados, ahora solo falta presentar su relación ante Dios, para que los guié y sea él quien mantenga ese matrimonio bien unido.
Por ultimo y aprovechando el comentario, y sobretodo aquel chiste de tu papá, no quiero ofender, y mucho menos ser de desagrado, pero como soy un lector reciente de tu blog....no se si preguntarte esto, me siento como incomodo, pero hace rato que lo vengo pensando.
A veces como escribes, algunos chistes que haces, y no se, me da la impresión de que calvez no veas?
Perdóname inmensamente si no es así, pero es que me invade la duda.
En todo caso eres un escritor de primera clase, en lo poco que llevo leyéndote, me he convertido en un fiel fan. sigue así.
y felicidades danielov!!!!!

Krstn dijo...

Todo me pareció muy pero muy bonito (y muy sabroso también)... Mis disculpas si dije alguna burrada a la hora de las felicitaciones, abrazos y llantos. Soy muy torpe a la hora de dar buenos deseos en cualquier ocasión, pero espero se me haya entendido.

Y que no se les ocurra escaparse a estos muchachotes de las clases de baile... cómo les hace falta.

Anónimo dijo...

Llegué tardé para las felicitaciones?? Espero que no.. pero de todas formas les dejo mi comentario respectivo del post para augurarles unos 5 años más de felicidad a los nuevos esposos!!

Enhorabuena!!!

....y ammm.... me da pena decirlo pero.. tengo la msima duda de jadyland :$

Novak dijo...

Hubiese estado emocionante que alguien se opusiera y que al final a nadie le hubiera importado, pero creo que todo salió de maravilla de esa manera.

Felicidades a los novios =)

ADRI dijo...

Muchìsimas felicidades!!!

Quién dijo...

Si Novak, uno de mis deseos es que alguien se oponga en una boda. ¿qué sucedería? ¿Qué pasará? :O ¿Se anula la boda?