jueves, 27 de mayo de 2010

¿Qué no ven que no veo?

Han dicho de este magnífico caballero, que no creen en su caballerosidad.
Han dicho de este eterno enamorado, que no creen en el amor que da.
Dicho han, que no creen en lo sincero de la autenticidad del veraz éste.
Por fin, han dicho incluso de este emprendedor capacitado, que no creen que tenga capacidad de emprender nada.

Sin embargo, nunca habían dicho hasta ahora de este destomatado cieguito, que no creyeran en la mencionada autenticidad de su ceguera.

Y no es que ponga su ceguera en la misma posición que sus demás cualidades, si no más bien, las conjunto con la intención de que se note que las demás características, son tan evidentes como la ceguera del individuo en cuestión (ese soy yo…), y que aunque son evidentes, no las ven… o sea ¡están viendo y no ven! Porque el que no ve, es como el que no mira... ¡y traten de refutármelo!

¿En qué puedo creer ahora? Es tanta la fuerza de la corriente de las creencias de la mayoría de la gente (y como que repetí mucho “de el”, “de la”…), que por momentos he llegado a contemplar imágenes.

¿Inverosímil? Es cierto, lo es, porque no he llegado a contemplar ni patatas fritas, porque como hasta ahora he sostenido y sin cansarme, soy eterna y oscuramente ciego.

Ah, pero no vayan ustedes a figurarse la figura de que me molesta que crean que no creen que yo sea ciego (en qué lío me he metido…). Al contrario, me rellena la boca y la barriga de risa semejantes creencias creídas por el creciente populacho de la muchedumbre en general (¿sigues con lo mismo? ¿pues qué no aprendes?).

En realidad, es incluso un halago para mi ego recientemente maltratado, porque así, puedo constatar en ojos de alguien más (en los míos es materialmente imposible) que me comporto como una persona auténticamente normal, aunque solo sea en apariencia.

Es más, esto me recuerda una experiencia demasiado curiosa y extravagante que tuve al realizar trámites para obtener un documento oficial en el que se certificaba y constataba el hecho de que yo fuera un discapacitado. Dicho documento, como es lógico, no era posible obtenerlo en otro lugar que no fuera en esas lúgubres y cavernosas cuevas oscuras y mohosas localizadas en las oficinas de los edificios de gobierno, en los que trabajan demonios tan horripilantes de los cuales ningún autor ha podido hacer una descripción exacta.

Mismo motivo por el cuál, sucedió lo incomprensible para mi limitado razonamiento. -Para poder iniciar el trámite de tu credencial de discapacitado –me dijo una secretaria que me coqueteó desde el principio a pesar de contar más o menos con 30 años de vida en la tierra- necesitamos primero una constancia médica donde constate el médico tu discapacidad. (Nótese que a pesar de ser una constancia, cabía la posibilidad de que no constatara nada, y por ello la aclaración de la… ¿señorita? A más de que a pesar de ser médica, corría el riesgo de no ser certificada por un médico como tal. Me imagino que esas fueron las razones de su rebuznancia… ¿o no?)

Así pues, con la boca que se negaba a cerrarse, acudí a los servicios médicos del mismo instituto a que un doctor me diera la dichosa constancia, donde dijera específicamente que yo era un discapacitado... ¡como si no fuera suficiente con levantarme los lentes y mostrar los oscuros hoyos negros que cubren las micas! (No tengo qué repetirles las frases iniciales del post, donde aclaro que estoy destomatado… ¿o sí?)

Con todo esto, no pretendo hacer sátira innecesaria de mi condición, porque creo que ya he hecho la suficiente según la circunstancia a lo largo de los escritos aquí. Pretendo, solamente, que quede claro y definidamente sostenido mi estado físico. ¿Con qué propósito? Solamente con el propósito de sumar una entrada más a este espacio, para que no pase demasiado tiempo sin que publique algo.

No, no me afecta como ya dije, en lo más mínimo que no me crean; lo que me afecta realmente es seguir siéndolo a pesar de que no me lo creen… ¡snif!

Y precisamente al respecto, si el planeta y sus leyes físicas, químicas y biológicas fueran regidas por las suposiciones o creencias populares, menudo lío sería nuestra vida.

Así pues, me despido de mi concurrencia con unos hermosos versos del afamado autor Calderón de la Barca, que vienen muy bien al caso, y que es bueno aclarar respecto a dicho autor que es famoso solo entre los que lo conocen… ¿cómo iba a ser si no?

Con cada vez que te veo
nueva admiración me das,
y cuanto te miro más,
aun más mirarte deseo.

lunes, 24 de mayo de 2010

Crónicas de un muerto parte III: Condenado a pena de vida

[Continuación]

Seguían transcurriendo los días y mi deseo de regresar a la tierra era más intenso. Definitivamente este no era mi lugar aún, pues yo veía que los que habían muerto naturalmente no estaban incómodos en este mundo, y sin embargo, yo no terminaba por encajar del todo.

Por tanto, mi cerebro comenzó a trabajar maquinando una manera de regresar a la vida, pero no se me ocurría nada que me sirviera.

Hasta que en un momento dado escuché la conversación de mi amigo con otro compañero de habitación que me parecía muy monótona; estaba muriéndome de aburrimiento cuando, de pronto, escuché algo que me llamó poderosamente la atención: -¿Supiste que El Tumbaburros (uno de los habitantes de aquí así apodado) fue castigado?
Preguntó mi amigo, a lo que el otro le respondió:
-Sí, lo juzgaron culpable y regresó a la tierra con algunas penitencias por pagar.
No escuché más, porque entonces sabía cómo regresar a la tierra: tendría que cometer alguna transgresión a la ley muerta e ir ante el tribunal de justicia de la nación.

Inmediatamente le comuniqué a mi amigo mi plan y él estuvo dispuesto a apoyarme, era una tarea sencilla e infalible: haríamos un movimiento de protesta contra el estilo de estancia que teníamos, quejándonos del alimento, de las comunicaciones, de las diversiones y sobre todo del acomodo en nuestras cabañas. Mi amigo me aseguró que entre los muertos por aburrimiento no faltaría gente que apoyara nuestro movimiento, y que él se encargaría de reclutar gente suficiente para hacer un gran revuelo.

Al día siguiente, ya teníamos numerosos seguidores en nuestra protesta, (todos vestidos de blanco por supuesto) pasando por calles y destrozando anuncios, parando el tráfico, inquietando a los honrados comerciantes a los que les imposibilitábamos la venta de su alimento, y hasta un plantón hicimos en la playa a orillas del mar Muerto.

Por fin y como cierre a nuestro programa de actividades, nos plantamos justo enfrente al edificio de gobierno y entonces, como líder de aquella chusma, me puse a dirigirlos en una gritería estruendosa con estas palabras:
-¡Compañeros, estamos aquí reunidos hoy para rezongar por el maltrato a nuestra dignidad como personas! ¡Merecemos un mejor alimento, una mejor murienda o estancia, mejores diversiones, más cultura, más comodidades, comunicaciones, etc!
Entonces todos prorrumpieron en aplausos y urras, y proseguí:
-¡Así que todos juntos gritemos fuerte y exijamos nuestros derechos!
¡Denme una HACHE!
A lo que respondieron estruendosamente:
-¡HACHE!
-¡Denme una Ú! -continué animado.
-¡Ú!
-¡Denme una ELE!
-¡ELE!
-¡Denme una GE!
-¡GE!
-¡Denme una Á!
-¡Á!
-¿QUÉ DICE?
-¡HUUUULGAA, HUUULGAA, HUUULGAAA…!
Algo no estaba bien… ¿qué faltaba? ¿Por supuesto! Entonces hice seña de que callaran y dije:
-¡Denme una É!
-¡É!
-¿QUÉ DICE?
-¡HUUULGAAA-EEE, HUUULGAAA-EEE, HUUULGAAA-EEE…!

Bueno, no era perfecta pero al menos, había logrado iniciar La Revolución de los Muertos.

No se hizo esperar la reacción de las autoridades e inmediatamente, aparecieron numerosas patrullas negras que comenzaron a someter a todos los rebeldes, y una comitiva aún mayor procedió a apresarme a mí. Muchos de los muertos que estaban conmigo en el movimiento trataron de escapar, y varios lo lograron, pero otros cayeron en las garras de la ley.

Yo no me hice del rogar, pues ese era mi propósito, así que me esposaron y me encerraron por un día entero en lo que se resolvía la fecha en que sería juzgado.

Me dieron un abogado y me dijeron mis derechos, y entonces me dieron la fecha.

No cansaré al lector con numerosos detalles jurídicos, solo diré que el jurado estaba sumamente predispuesto contra mí… lo había logrado. En seguida se propuso la pena de tortura eterna para el acusado, pero mi abogado presentó el discurso de defensa para mitigar y ablandar la pena en mi contra propuesta, del cuál escribiré frases de las más importantes:
-Señores del jurado, honorable juez, personas que nos acompañan: Con este discurso pido que se reduzca la pena de mi defendido, pues el movimiento que él comandaba y que nombró “Hulga-e”, no duró más que medio día, así que pido indulgencia, clemencia, benevolencia, prudencia, solvencia y abstinencia en la pena propuesta por el fiscal que acusa…
-¡Protesto! –interrumpió el fiscal—este hombre no merece otra cosa más que la pena de tortura eterna, ¡y así lo exijo al jurado…!
-Silencio, acusador: la palabra la tiene el abogado defensor -lo increpó el juez, y mi abogado iba a continuar con su letanía, pero yo decidí interrumpirlo para presentar algo en mi defensa:
-Su señoría, si me es permitido hablar en lugar de mi abogado, diré que no estoy de acuerdo con la pena propuesta como castigo para mí, y claro, no iba a ser de otra forma. Pero lo que sí digo es que nuestro movimiento fue justificado... ¡porque nosotros tenemos derecho a algo mejor! ¡Estos son nuestros valores! ¡Y si no le gustan mis valores pues entonces…! Tengo otros que tal vez le gusten más. Yo había oído de la pena de regresar a la tierra a los culpables de diversos delitos, además de una penitencia o penitencias qué pagar. Si a su señoría le parece bien concederme esta gracia, le estaría graciosamente agradecido por siempre jamás, amén.

Entonces, hubo deliberaciones entre el jurado que duraron 10 segundos, porque según pude advertir, todos estaban muertos de sueño y no querían alargar más el juicio. Al final, el juez leyó el veredicto, el cual efectivamente fue a mi favor.
-Señor David Cabeza de Vaca (así se me había registrado en aquel mundo), es usted culpable y se le condena a regresar a la tierra sin goce de buena suerte. Usted estará salado por el resto de su vida mortal en el amor, la fortuna y la fama. Nunca obtendrá dichos beneficios en su vida, hasta que regrese a este mundo impulsado por la naturaleza. ¡He dicho! Se cierra el caso.

Los festejos por mis apoyadores no se hicieron esperar, mientras que el fiscal echaba espuma por la boca. Se encomendó a un oficial muy grande y corpulento llevar a cabo la sentencia de regresarme a la tierra, encadenado yo, y cuando me dejara en ella, aplicarme la mala suerte en mi sangre y luego dejarme libre.

Me despedí de mi amigo con lágrimas y abrazos, prometiéndole que lo extrañaría a morir. Me despedí de una muertita hermosa con quien había empezado a tener tratos, y es que era muy guapa, estaba como quería… y al fin, nos dispusimos a dirigirnos a la tierra.

Cuando el guardia me puso sobre la faz de la tierra, me inyectó la mala suerte en mis venas y luego me quitó las cadenas. Aparentemente, él se había encariñado conmigo y no me puso toda la que estaba prescrita por el juez: entonces le dije: “¡Bah! Al fin que sigue siendo la misma que tenía antes de morir.”

Y él, como toda respuesta, tiró de mis cabellos dejándome otro pedazo de frente descubierta, ahora estoy como casa de Infonavit: con tres metros de frente. Entonces, desapareció.

FIN

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Agradecimientos:

Primeramente, agradezco infinitamente y con todo mi corazón a la señora agresiva que logró crear esta historia mediante su hermoso carácter, al lograr que me estrellara en el poste y surgiera esta historia.

A mi hermana, que me ayudó a crear y mejorar ideas del texto.

A Danielov, quien estuvo presente con los detalles técnicos, además de apoyarme siempre.

A todos mis lectores, de todo corazón.


Nota final:
Ahora que he revivido, he juzgado necesario cambiar cosas en mi vida, y mejorarlas para beneplácito propio y de los demás. Así mismo sucede con este blog; a partir de ahora continuamos con las mejoras en el aspecto visual, para el agrado de mis lectores. Todo esto gracias a Danielov, quien merece menciones honoríficas. ¡Que sigan disfrutando de este espacio!

jueves, 20 de mayo de 2010

Crónicas de un muerto parte II: Al que muere, Dios no lo ayuda...

[Continuación]

Anoche la pasé fatal: Desde antes de ir a acostarme junto a mis demás compañeros, empezaron las molestias.

Estábamos todos juntos cenando –como ya dije, alimentos perecidos--, cuando tocaron a la puerta un montón de niños muertos de hambre. Pero eso no fue lo que me sorprendió, si no a lo que iban: ¡venían a pedir su muertito! ¡Háganme ustedes el favor…!

Les expliqué que en la tierra solo se acostumbraba pedirlo en una fecha en específico, y no era esta noche pero… aún no terminaba de hablar cuando ya querían lincharme, así que no tuve más que acceder a sus demandas. Entonces, volví a la cabaña, tomé por sus escasos cabellos a uno de mis compañeros, y se los saqué a los niños; luego de lo cual cerré la puerta sin contemplaciones.

Claro, la molestia de los niños era de esperarse, así que arremetieron contra el que expuse ante ellos, dejándolo en una lamentable situación. y además emprendieron una ruidosa gritería y alaridería por espacio de varias horas, hasta que se hartaron y se fueron. Pero mientras no terminaban por largarse, nos fue imposible conciliar el sueño.

Luego, ya que por fin hube de dormir, las pesadillas no me dejaron en paz, y a cada momento despertaba sobresaltado por caras pequeñitas con risas malévolas que me perseguían.

Luego, para acabarla de amolar, les juro por mi honor que a media noche ¡sentí que se me trepó el muerto! Y cómo no, si uno de mis compañeros fue al baño y cuando regresó se equivocó de cama y se me echó encima… Ustedes concordarán que tenía que aplicarle una llave mortal para tirarlo al suelo, ¿verdad?

Así y todo, sobremorí la noche y amanecí. Entonces, uno de los que considero ya mi amigo, porque es con quien mejor conmuero, me invitó a almorzar a un famoso restaurante de la zona, a lo que yo acepté encantado. Según él me dijo, ahí solían acudir diversas celebridades, y yo tenía mucho interés por conocer a alguna.

Dicho y hecho: nada más entrar, alcanzó mi amigo a divisar en una mesa perfectamente bien acomodado y atendido, a nada más y nada menos que uno de mis autores favoritos: Alejandro Dumas. Aunque mi emoción fue grande al pensar en que podría saludarlo e intercambiar algunas palabras con él, también he de reconocer que hubo parte de desilusión al reparar en su aspecto físico, pues yo lo imaginaba diferente a lo que me encontré: no es alto, bien parecido, corpulento ni atractivo; es gordito, bajo de estatura, con gafas de fondo de botella… ah, pero eso sí, no tiene un pelo de tonto, puesto que es calvo.

El problema surgió cuando le hice precisamente ese comentario chusco a mi amigo pensando que nadie nos escuchaba, pero como suele ocurrirme, estaba rotundamente equivocado: a mi amigo se le ocurrió tomar la mesa que estaba justo junto a la del escritor, pero obviamente, yo no lo noté; y cuando le hice el comentario a mi acompañante, Alejandro pudo escucharlo al pie de la letra… quería matarme con la mirada. Fue imposible cruzar una palabra con él, y así arruiné el encuentro más interesante de mi… ¿vida?

Al salir del establecimiento me sucedió algo insólito: justo antes de bajar de la acera para cruzar la calle, estuve a punto de ser atropellado por Caín, que venía huyendo de su hermano Abel que lo perseguía con un machete en la mano. ¡Vaya usted a saber por qué!

Más tarde, procedimos a realizar otras actividades, porque déjeme decirle, estimado lector, que acá no faltan distracciones para matar el tiempo: algunos gustan de jugar a la pelota, aunque son pocos, puesto que el juego es muy aburrido; la mayor parte de los minutos de partido es tiempo muerto. Otros practican natación, tenis, golf, etc. Pero a mi amigo y a mí nos gusta el tiro al negro (acá está prohibido usar el color blanco, se considera una traición a nuestra patria). Aunque siendo sincero, soy muy malo, no acierto ni un tiro aún; y es que ustedes entenderán que para este deporte, hay que ser muy vivo.

*****

¿Saben? A pesar de que no puedo quejarme del trato que se me da por acá, y tampoco puedo decir que no tengo cosas interesantes qué hacer, sigo teniendo un fuerte deseo: ¡me muero por regresar a la tierra!

Continuará...

martes, 18 de mayo de 2010

En ocasiones...

Texto de DANIELOV

...te preguntas por qué diantes y rediantres no estudiaste otra cosa. Por qué, en vez de seguir el pragmatismo de escoger otra carrera más rentable, te dejaste llevar por tu romántico y aventurero espíritu juvenil, dedicando cuatro años a aprender cosas que ahora a duras penas te dan para comer.

...no entiendes por qué te la pasas procrastinando, desperdiciando tiempo que podrías pasar aventajándole a proyectos pendientes, en lugar de nomás dedicarte a hacer bolitas con la pelusa de tu ombligo.

...sigues sin explicarte de qué forma vas a formar tu propia familia, cuidarla y procurarla, si no puedes cuidarte a tí mismo sin querer agarrar y largarte al cerro corre y corre con las enaguas en la cabeza.

...quisieras saber qué fue de tu buen humor, esa extraña entidad con la que solías dormir todas las noches y que ahora ni siquiera te dirige el saludo.

...ardes en deseos de cambiar de trabajo, pero no sabes cómo darte tiempo para buscar otras opciones entre toda la chamba que tienes pendiente.

...tienes compromisos sociales que atender, cuando preferirías quedarte en casa a ver la tele o simplemente dormir.

...te propones levantarte temprano para aventajarle a tus pendientes, pero o simplemente apagas el despertador y sigues en brazos de Morfeo (tan fuertote él), o despiertas, viendo hacia el techo, nomás escuchando una tras otra las canciones que manan de tu radio-reloj-despertador hasta que tienes al tiempo encima (y de por sí es un pesado).

...te quedas sin saldo para el celular empezando la semana, sabiendo que no podrás recargar saldo sino hasta que te paguen el viernes, y sabiendo también que tienes llamadas y mensajes por hacer de los que depende tu futuro todo.

...te recomiendan que bebas un té buenísimo para los nervios, el cual NO bebes porque no tienes tiempo, entre tantas cosas que te mantienen ocupado.

...sabes que tienes que reparar el grifo de tu lavabo, pero no lo recuerdas sino hasta que tienes que volverlo a usar y éste sigue goteando inexorablemente.

...regresan aquellas mortales agruras que no te aquejan sino cuando te encuentras en estrés extremo, y sabes que tienes que aguantártelas como los meros machos, porque a pesar de tener seguro, no te has dado de alta como usuario. Además, ni a quien le importe lo que ocurra con tus tripas (ni siquiera a tí mismo).

...programas tu despertador para levantarte temprano y largarte a las siete de la mañana para darte de alta en el seguro, pero nomás no lo oyes nunca y despiertas hasta que se va dando la hora de entrar al trabajo.

...quieres rehacer tu portafolio de diseño para presentarlo a un posible empleador que surja de las sombras para ofrecerte harrrto oro a cambio de tu alma. Lo malo que ese portafolio lleva meses en el "ya merito", no teniendo con qué respaldar lo que dices que sabes hacer.

...te sientes como un completo idiota por borrar de tu computadora archivos vitales para tí y/o tu novia, sin tener un respaldo, y haberlo hecho sin pasarlos por papelera primero. Y más cuando te das cuenta que esos archivos se vuelven a requerir pero YA.

En ocasiones...

lunes, 17 de mayo de 2010

Crónicas de un muerto Parte I: Lleno de muerte

Nota al lector:

Este escrito fue pensado y redactado con el afán de hacer sátira, o burla, de algunas situaciones y creencias populares. Téngase en cuenta en todo tiempo, que el autor no fue persuadido a creer en éstas. Todo lo aquí expuesto es completa y absoluta ficción.


[Continuación]

Aparentemente, la mujer/señora/ruquilla/viejaloca, solamente cesó de impropierarme al ver lo que me había escurrido. Y es que saltó una cantidad estratosférica de fluídos procedentes del interior de diversas partes de mi cabeza, o al menos de eso me enteré después, porque como había dicho, en ese momento yo era un ignorante debido a que perdí por completo el conocimiento.

Me transladaron al nosocomio más próximo a la zona, y procedieron a intentar mantener el espíritu o aliento de vida en mi cuerpo, sin éxito.

Así pues, ese fatídico día dejé de existir en la forma como la mayoría de ustedes me conocieron.

Sin embargo, como ya habrán podido notar, sigo existiendo de algún modo y en algún lugar, así que procedo a explicarles de forma sencilla lo que parece haber ocurrido.

En este momento me encuentro en “Lejano Lugar”, capital del estado “un Rinconcito”, situado en el país “Cerquita del Cielo”. Este pequeño pueblo está a costas del mar Muerto, y a unos ocho kilómetros de nuestro paradero, hacia el norte, está el cerro del Muerto.

Aquí es donde estoy residiendo por el momento junto con otros compañeros que se encuentran en el mismo estado que yo, y hay de diversas condiciones –que aquí las llamamos sociales-: unos murieron de inanición, otros de aburrimiento, unos más de espanto, y uno que otro de muerte natural, si así le podemos llamar.

No es el cielo, pero tampoco es el infierno, solo es el mundo de los muertos; donde te proporcionan lugar donde dormir, un poco de recreación y por supuesto alimento; aunque aquí no hay alimentos perecederos, porque todos ya han perecido.

Además, si ustedes habían oído de la fama que tienen los muertos de ser muy chocantes, serios y sobre todo apretados, pues sí, es correcta principalmente esa última denominación: a veces llegamos a morirnos… perdón, dormirnos unos 10 en cada habitación (o bueno, no es una habitación, porque ya no habitamos…) así que ustedes verán si son apretados o no.

*****

Ahora bien, ya pasando a otros temas antes de proseguir relatándoles mi vida en estos parajes, les platico como me enteré de mi muerte, y además les diré de qué morí exactamente.

Resulta ser que cuando llegué aquí, se me explicó que yo seguramente había perecido en aquel mundo y que ahora iba a existir en éste, a menos que sucediera algo extraordinario dentro de los siguientes minutos en los que, por cierto, no ocurrió nada. Luego de eso, me preguntaron si deseaba regresar unos minutos a la tierra para, tal vez, arreglar cuentas pendientes, jalarle las patas a uno que otro que me hubieran hecho sufrir en aquella vida, a despedirme de mi familia y amigos o bien, solo asistir al lugar donde tuvieran el cadáver de mi cuerpo muerto ya fallecido.

Elegí esta última, y me fue concedida; así que instantáneamente me encontré en un hospital junto a una camilla rodeada de numerosos matasanos… bueno, perdón, a mis compañeros no les gusta que haga alusión a esas cosas, mejor digámosles médicos, que por cierto eran forenses.

¿Por qué forenses? Pues porque llegué justo en el momento en que realizaban mi autopsia, y estaban muy entretenidos abriéndome en canal de punta a cola para verificar el motivo de mi fallecimiento, aunque a mí se me hace una estupidez, puesto que el pedazo de cráneo que quedó intacto da testimonio fidedigno de la causa de mi muerte.

Aún así, aquí les escribo cual fue, según estos doctorcitos, la causa exacta de mi muerte y en términos científicos además: Fue un “traumatismo encefálico seguido por una congestión nasal en el ventrículo izquierdo del intestino grueso, provocando así la inflamación del hígado, según entran al área abdominal a su derecha, por lo cual se derramó el córneo recipiente y se zafó la chafaldrana de la espiroqueta". Me imagino que más claro no puede estar, ¿verdad?

En fin. Por esta vez, me retiro. Ya va siendo hora de dormir, además que aquí espantan. Y a partir de que se oscurece, las líneas quedan muertas… ¡Estos servicios de comunicación del asco! Me quiero morir… uuups.

Continuará...

viernes, 14 de mayo de 2010

Crónica de una muerte estúpida

El 13 de mayo del presente año, sucedió un suceso que, en lo sucesivo, no estaba contemplado y que, por supuesto, no deja de ser sobresaliente.

Hallábame caminando por los intrincados callejones de nuestra, aunque fea, querida ciudad, cuando de repente escurrió una idea por mi cabeza abriéndose paso entre mis tormentosos pensamientos. Dicha idea fue intensificándose, hasta que, convirtiéndose en una necesidad imperiosa, tuve que ponerlo en práctica.

Así pues, me detuve al frente de un ostentoso portón de lo que supuse, era una lujosa casa, cuyos dueños debían estar atiborrados (o coloquialmente, “forrados”) de dinero. Misma razón por la cuál mi sentimiento fue más fuerte, decidiéndome así a realizar mi proyecto. Inmediatamente me puse en movimiento, y colocando mi cuerpo en posición erecta, procedí a pararme sobre las puntas de mis pies, y estirando, asimismo, mi mano derecha para lograr mi propósito, presioné el botón que, mediante un mecanismo eléctrico, produjo un sonido muy peculiar que indicaba a los amos de dicha casa que había una persona en las afueras de ésta y que tendrían que abrir la puerta.

Exactamente luego de haber logrado mi cometido, procedí a imprimir velocidad a mis movimientos, y, mediante el impulso de mis extremidades inferiores, alternándolas una después de la otra, me fui corriendo.

Definitivamente esto no fue del agrado de la señora que atendió a la puerta, y el lector lo entenderá cuando le relate lo siguiente: Al asomar ella su mirada, notó que la persona que había hecho sonar el timbre ya no estaba ahí, por lo cual procedió a asomarse por completo a la calle y, con dicho proceder, pudo descubrir mi paradero, luego de lo cual concluyó que yo había sido el culpable de haber interrumpido sus quehaceres y que, además, era por nada de importancia.

¡Imagínese, oh caro lector, su indignación! Emprendió una gran gritería, impeliendo numerosas expresiones peyorativas alusivas a su servidor, y la familia de éste.

Claro, era lógico que al ver el enrojecimiento de su rostro y escuchar los sonidos que brotaban abruptamente de su boca y que llegaban en ondas a mis oídos, cojiera mucho más miedo, e imprimiera mayor velocidad a mi andar, aunque nunca descubrí cómo lo logré.

Sin embargo, todavía ocurriría otra cosa: Al percibir toda aquella escandalería, procedí a inclinar levemente mi cabeza hacia mi lado izquierdo, favoreciendo la acústica y logrando así que las ondas del sonido producido por las cuerdas bucales de la señora llegaran más claramente a mis órganos auditivos. Debido a lo anterior, gran parte de mi atención que antes estaba concentrada en el camino que recorría a grandes velocidades, se vió atraída y distraída de su tarea primordial.

Entonces, unos metros más adelante, sucedió lo inevitable: Un poste de "material" (well, whatever that means) se interpuso entre el camino y yo. Ocurrióme entonces lo más desagradable que puede sucederle a un mortal como yo: la coalición fue brutal, devastadora.

Luego del cruel impacto, mi cuerpo se desplomó víctima de la ley de la gravedad, quedando de bruces en el suelo caliente de la acera. El sentido escapó, huyó despavorido de mi cabeza, y por consiguiente, de mi cuerpo entero. Entonces, no supe más de él.

¿Qué me sucedió? ¿Cómo es que ahora lo relato? Son preguntas que no contestaré específicamente, solo puedo decir que el título de la entrada es demasiado gráfico.

Continuará...

miércoles, 12 de mayo de 2010

Todos los alias

Texto de DANIELOV

¿Ustedes han tenido un sobrenombre? ¿Cómo les decían?

Y es que la creatividad de los congéneres de uno puede medirse por los apodos que nos sean asignados. A mí me encantaban los apelativos que me llegaban a poner durante mi vida académica, a cual más atinado.

Cuando cursaba la primaria, la mayoría de mis compañeros me llamaban por mi nombre completo (Mario Daniel) debido a que ya había otro Mario y otros dos Danieles en nuestro grupo. Eso me sonaba más a apodo que a nombre, porque parecía nombre de galán joven de telenovela del Canal de las Estrellas o de héroe del Lágrimas y Risas.

Claro está, no nomás me llamaban así. Me decían el Chore (por ch-orejón), el Dumbo, o Topo Gigio (por la misma razón), el Michael Johnson (como el velocista olímpico noventero, en burla a que era leeento como la cuaresma) y así.

Ya en la secundaria, estilaban llamarme Mayito, Marioro (en alusión a una marca ficticia de cigarros que aparecía en las primeras versiones del juego Mario Kart 64), el Bezares (como analogía de Mario Bezares, execrable comediante-patiño), el MarioCorp (apelando a mis afanes mercantiles/ empresariales de juventud, razón por la que mi correo de Hotmail es así), el Pokémon... pura finura, como podrán notar.

Posteriormente, cursando ya la prepa empezaron diciéndome Rocky/ Rambo/ Tarzan Boy nomás por dar lata con el hecho de que era morrito-vigoréxico de gimnasio (uuuujuju, ya llovió). Ya que empecé a tomar modos demasiado correctos, me convertí simplemente en el Compañero, el Camarada o el Señor Compañero.

Luego, estudiando la carrera, los más comunes fueron Bebé Sinclair (el de Dinosaur, de Disney), Léxicon (quesque por rebuscado, ¿ustedes creen?), Bistec (por ser un pedazo de animal) y Agamenón-Compita (por mi fijación con la mitología griega).

Otra constante era el que se refirieran al tamaño de mi tremenda cabezota, de allí términos como El Yuca, Hammerhead, Calabazo, Cabeza de Marro y tal.

De esta forma, pueden darse cuenta de que nunca he tenido broncas con los sobrenombres con que me han identificado. Hasta graciosos se me han hecho. Por ello, siempre me gustó que, si me llamaban de algún modo, también me llamaran de esa forma al tratarme en vivo y en directo.

Sin embargo, qué triste resulta cuando te das cuenta de que personas que te trataban con supuesta confianza y respeto se refieren a tí con sobrenombres... SIN QUE TÚ LO SEPAS. O sea, la indignación es no tanto por el sobrenombre en sí, sino porque nunca tuvieron el valor civil de darte tal tratamiento directamente.

Y curiosamente, quienes he notado que tienen hábitos de esta ralea suelen ser personas con no mucha cultura general; ergo, al no tener mucho de qué platicar, vuelcan su "creatividad" en apodar a sus coetáneos, ganándose algunas risas de aprobación (al menos de momento) de quienes les escuchan. O eso, o se ponen a platicar de lo que vieron en la tele la noche anterior.

Y es que mi actitud hacia esta gente es la misma que la que tengo con quienes (por ejemplo) comentan como anónimos en los blogs, sea comentarios positivos o negativos. Porque tiran la piedra y esconden la mano, sin los tamaños requeridos para adjudicarse autorías. Y para mí, gente así es como la pelusa que se junta en el ombligo o como el "queso" que se forma entre los dedos de los pies. Una nulidad, pues.

Tampoco me las voy a dar de santo diciendo que yo nunca he puesto apodos. Vaya que lo he hecho. La diferencia (creo) ha sido que las personas a quienes están dedicados los tales siempre han sabido de primera instancia que les llamo así, y han sabido el por qué. Más vergüenza me daría que se dieran cuenta por terceras fuentes el tratamiento que les doy.

O imaginen: aunque conozco a Pith Zahot de años, tiene relativamente poco tiempo que me llevo con él de a piquete de ombligo, nalgada y pellizco. Y generalmente me dirijo a él como David, Deivid, Daddy o así. ¿Cómo me vería si me pusiera a decirle a sus espaldas, digamos, "Casi-Miro" o "Yoni-Veo"? ¿Verdad que me tacharían de sangrón manchado, y más por no tener los aguacates para decirle así en su cara?

De veras. Lo digo a la buena. Si quieren ponerme apodos (lo digo a título personal), no tengo ningún problema. Compártanlos conmigo y riámonos juntos de los defectos que me hacen objeto de estos apelativos. Pero no se ganen mi desaprobación por su hipocresía y falta de coraje, caray.

Díjeles.

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Y como epílogo a esta entrada, solicito su ayuda, puesto que hay apodos que nomás no entiendo. Por ejemplo: ¿qué es un "Cachoflas"? ¿Es algo ofensivo, o nomás populachero-barriobajero? Explíquenme, por favor: concepto, orígenes y etimología de este terminajo.

Por otra parte: si a una persona mayor se le llama "Garfield" (como el gato de las historietas), ¿en virtud de qué se ha ganado este mote? ¿Por peluda, por vieja, por gorda, por cachetona, por holgazana, por todas las anteriores?

Sus respuestas, en los comentarios. Saludos.

martes, 11 de mayo de 2010

El estrés en el trabajo

Esta mañana, luego de levantarme como de costumbre a las tantas de la madrugada y de tomar mi nutritivo desayuno rico en grasas y productos animales, procedí a dirigirme hacia mi ordenador para instalarme como es mi costumbre, frente a mi monitor apagado (sí, apagado, ¿qué objeto tendría el prenderlo?), he recibido un correo bastante peculiar, y procedo a compartírselos textualmente:

“OOOssssshhhhhhh!!!!!!!
Me aguanto, te juro que me aguanto. Pero a veces es imposible no desesperarme cuando una de mis compañeritas no deja el teléfono un solo segundo del día. Que ya le habló a su mamá a ver si ya viene a vender su meeeeen…cionado mole, que si ya llegó, que camino va a tomar, que si le entregaron el lonche a su hija, que cómo le fue a la niña en la escuela, ¿no te entregaron tu lonche? Deja le llamó a mi mamá, papá, hermana, esposo y hasta vecina para informarles que el encargo de entregarle el lonche a su “nena” no fue hecho hasta que el abuelito fue a la escuela a asegurarse de eso…. Y ya dejando ese tema… EL CHISME DEL DÍA y una recopilación de los de la semana, criticar a dos que tres familiares, que hicieron esto, aquello, descripción completa de diálogos, expresiones faciales, ademanes… en tal caso yo haría así o asá. AAh! Y para rematar, repetirle tooooooda la misma historia a la jefa. Entonces llamarle de nuevo a la mamá: ¿ya llegates a la casa? ¿quién vino por ti? ¿cómo te fue? ¿cuánto vendites? (aunque ya sabe, puesto que bajó a verla mientras vendía), ¿cómo está mi hija? ¿ya comió? (el show del lonche no bastó?), etc., etc., etc.
Uuuffff!!!! Tres segundos después de por fin desocupar el teléfono, otra compañera lo toma y la historia se repite… Gracias a Dios que hoy no vino la más “querida” de todas ellas…
Weno, ya me siento mejor, gracias por escuchar. Que buena idea, mejor te lo voy a escribir que platicártelo por teléfono o al llegar… así me desahogo súper bien y no te sientes mal porque levante la voz debido a mi indignación (lo siento, pero te suele ocurrir).
Gracias, Bye.
Atte.***”

No tengo la más mínima idea de quién rayos proceda este enigmático correo. Pero, me alegró el día. Aún así, ando rastreando la identidad del remitente. Si tienen algunas ideas para identificarlo, háganmelas saber a la brevedad.

lunes, 10 de mayo de 2010

Respuestas para dinámica

Excelente, Krstn nos ha demostrado su maestría culturosa y cinefilia a la hora de adivinar los títulos de las películas, con 14 aciertos de 15 respuestas. La opción 7 no cuenta, ya que el título original era "La hija del general", con John Travolta (mi "hégrue"), no "del capitán". Aún así, muy cerca.

Pisándole los talones, -DwK- pone de manifiesto su erudición cinematográfica con 12 aciertos entre 19 respuestas. Excelente para solamente tener 14 años (cuando a esa edad no salen de ver Disney Channel y MTV, jejeje).

Para no dejarlos con la recochina duda, he aquí los nombres que faltaron o que no atinaron a resolver:

5.- Identidad desconocida (Bourne Identity)
8.- El club de la pelea (Fight Club)
9.- Seven (Se7en)
10.- Lolita
11.- El Increíble Hulk (The Incredible Hulk)
12.- Cinema Paradiso
14.- Volver al futuro (Back to the Future)
17.- Iron Man
19.- Un horizonte lejano (Far and Away)
22.- Troya
23.- Harry Potter

Hasta la próxima. Feliz inicio de semana.

domingo, 9 de mayo de 2010

Mi fin de semana. ¿Me da una pellizcada de... de nalga por favor? Y diuna vez, una de bubi

Yo que ustedes, dejaría de leer inmediatamente esta entrada. Pero si continúan, aquí hay constancia de que se los advertí...

Hace aproximadamente 3 horas, me fui caminando con mi hermana y un amigo a Villasunción. Durante el camino, no sucedió nada.

Llegamos al mencionado centro comercial, y procedimos a poner nuestras asentaderas en una banquita muy coqueta. Entonces, una hora después, me paré para estirarme, y mi hermana me palpó o más bien me apretujó, me torteó, etc, la nalga izquierda, abarcándola casi totalmente con su mano (ella dice que me iba a agarrar el brazo y que no se fijó... juzguen ustedes).

Luego de otra media hora, nos paramos y nos venimos caminando de regreso.

Le metí el pie dos veces a mi hermana, motivo por el cual ella me pellizcó una bubi... Acto seguido, me saqué un moco y se lo aventé a un niño que venía a mi derecha.

Este extrabruto... digo, exabrupto, solo sirve para no ser el único que sufra dichas desdichas tan desdichadamente desdichadas, acaecidas al desdichado autor.

Caso de la vida real. Si quieren fotos de mi nalga apretada, contáctenmennn.

viernes, 7 de mayo de 2010

Adivina el título

Texto de DANIELOV

Muy buen día, amigos. En esta ocasión quiero proponerles una dinámica. Ésta estará basada en una que alguna vez propuso uno de mis ídolos literarios (y de Pith Zahot también), don Enrique Gallud, filólogo y catedrático ibérico y perito en cultura hindú.

Él planteó su propuesta parafraseando títulos de libros, de los cuales los lectores tendrían que adivinar el título real. Si por ejemplo, una obra se citaba como "Se pelean y luego paran", el título que se debería inferir sería Guerra y Paz. Y así y así. ¿Sencillo, no?

Ahora bien, como Krstn ha mencionado en comentarios de entradas anteriores, estamos concientes que muchos de ustedes, mis estimados, no leen nada que no tenga dibujitos. O a veces ni con dibujitos. Vamos, parece ser que unos cuantos no leen ni las señales de tránsito cuando manejan, carambas.

Ejem, ejem; bueno, el punto no es regañarlos, ¿verdad? A lo que iba...

Así pues, en lugar de parafrasear títulos de libros, parafrasearemos títulos de películas, esperando que ustedes adivinen la mayor cantidad de títulos posibles. ¿Listos? Helos aquí:
  1. Pomada para peinarse.
  2. Altas temperaturas en una noche de fin de semana.
  3. El hombre quiróptero.
  4. Coito, vergüenza y llanto.
  5. No sé quién soy.
  6. Pastel de manzana de Norteamérica.
  7. La prole del jefe militar.
  8. La comunidad del pleito.
  9. Pecados capitales.
  10. La pequeña Dolores.
  11. El sorprendente armatoste.
  12. Salas Cinematográficas Jardín.
  13. El Charco Índigo.
  14. De vuelta pa' más pa'lante.
  15. El policía enlatado.
Ahí está. Suficiente tarea para el fin de semana. Sus respuestas, en los comentarios. La semana entrante, las respuestas. Feliz fin.

*******************
UPDATE:

Ash, como al primer comentario ya casi se acaban los títulos, ahí van otros más:
  • El felino magenta.
  • El sujeto férrico.
  • Hermosa fémina.
  • Una alejada línea de visión.
  • El conflicto bélico planetario.
  • Abandonando los casinos.
  • Estrecho de Dardanelos.
  • Enrique Cazuelas.
  • El Hombre Octápodo.
  • Mutantes sin identidad.
  • El que te pone una azotaina pa' que te eduques.
  • Píllame si te es posible.
Ora sí. Hasta la semana que entra.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Cómo corretear la chuleta: capturando datos

Texto de DANIELOV

Mi entrada al mundo laboral por la puerta grande fue a los dieciséis años, oh caros lectores, cuando terminé mi segundo semestre de preparatoria. ¡Estamos hablando de hace nueve años, señores! ¡Vaya que estoy envejeciendo!

No cuentan las ocasiones cuando salía a las calles para lustrar zapatos y hacerme de unos pesos para comprar juguetes. Tampoco cuenta el irme con mi abuelito a cuidar chivas, limpiar terrenos y arrear vacas por una paga en dólares; pocos, pero eran dólares (cuando éste se cotizaba en tres devaluados nuevos pesos). Tampoco entra dentro de nuestro conteo los trabajos escolares que (pecando de deshonesto, lo sé) llegué a hacer para compañeros de clase.

Bueno, pero decíamos. Por aquellos adolescentes entonces, yo anhelaba comprar un carrito Plymouth 1956 (¿o era 46? Ni recuerdo bien...) que siempre veía estacionado a unas calles de la escuela. Era rojo, golpeado, sin vidrios, parado sobre dos tabiques y dos llantas ponchadas, interiores rasgados, faros rotos... amaba ese carro. Y es que, influenciado por Grease, deseaba hacer lo mismo que Kenickie en tal película: tomar un carro jodidísimo y convertirlo en un Greased Lightnin'. Yes, sir!
Ésta era mi idea para la restauración del carro. Snif.

Obviamente, para llevar a cabo tal empresa se requería dinero. ¿Pedírselo a mis papás? ¡Claro que no! Yo ya era un hooombrrre-macho-varonil que podía asuntármelas solo. Bueno, más o menos; el trabajo que conseguí a fin de hacerme de la suficiente marmaja para mis planes fue en el mismo banco en que trabajaba mi 'apá. Jejeje.

Eran los tiempos en que Bancomer estaba en proceso de ser adquirido-fusionado por Banco Bilvao Vizcaya-Argentaria (BBVA) junto con banca Promex. Todas las cuentas del primer banco, junto con su respectiva base de datos, debían migrarse al segundo. Por ello, ¿quién mejor que el todopoderoso geek Danielov para acometer tal hazaña, al menos en la sucursal de Encarnación de Díaz, Jal?

Héte aquí pues, que mis vacaciones de verano del 2001 fueron bien invertidas en ardua labor bancaria. Lo malo que a los pocos días de empezar ya me había aburrido. Buuuh.

Entendédme: me tenían encerrado de 8 a 21 horas en una segunda planta sooola como capilla de rancho entre semana, sin nadie con quien platicar, sin Internet para chatear, sin revistas o libros para pajarear y sin teléfono para no sentirme aislado de la civilización. Mi ritmo de trabajo era demasiado rápido para mi fecha límite de proyecto. ¿Qué hacer?

Para matar el tiempo mientras cumplía con mis metas de captura, me fumé completos los juegos de Magic Knight Rayearth (las Guerreras Mágicas), Sailor Moon: Another Story y Chrono Trigger para el mítico Super Nintendo. Emulados para PC, claro está. Me aventaba dos horas para comer, paseándome por la plaza y conectándome a Messenger desde cibercafés.

Así y todo, terminé el trabajo en menos del tiempo previsto, asqueado de la cuadradez de la burocracia bancaria. Y de lo que gané en esa chamba, nada fue destinado para el carrito y su reparación; me gasté todo en un reloj Citizen (que descompuse en menos de un año) y en harrrtos cómics. Dinero bien empleado, sin lugar a dudas.

La holgura del trabajo de oficina me atrajo, pero no acabó por seducirme. Aún así, el destino de acabar amarrado frente a un monitor comenzaba a forjarse, como se verá en las siguientes entregas de esta serie.

Continuará. He dicho. Beware.

LOS HERMOSOS OJOS VERDES de Patroclo

Pith Zahot:
¿Hacia dónde estás volteando, amor? Porque siento que no me estás MIRANDO.

Ariadna (VISIBLEMENTE sorprendida):
Pues hacia el frente, corazón, porque si no, nos caemos… ¿no VES que yo soy tus OJOS?

Pith Zahot (meditando):
"Mentirosa, bien sé hacia dónde está VIENDO. Pero no puedo decir nada, porque entonces la contrariada sería ella..."

Ariadna (interrumpiendo los pensamientos de aquel):
¿Por qué te has quedado tan pensativo, cariño?

Pith Zahot:
No es nada, pensaba en la dicotomía entre el cielo y el infierno.

Ariadna:
Amor, pero si sabes que el infierno como lo pintan no existe… habla y dime en qué pensabas.

Pith Zahot (con un suspiro):
De acuerdo: pensaba en que sé exactamente hacia qué rumbo iba tu MIRADA cuando te lo pregunté.

Ariadna (con un tono burlesco):
Pero tú ni VES… ¿Cómo rayos ibas a saber hacia dondeMIRABA?

Pith Zahot:
No, pero mi instinto me lo indicó infaliblemente.

Ariadna:
¿De verdad? Y según tu “instinto”, ¿hacia donde MIRABA, pues?

Pith Zahot:
¿Para qué decirlo? Solo te molestarás más… de acuerdo, de acuerdo, no me VEAS así, te lo diré: estabas VIENDO a Patroclo directamente a sus OJAZOS VERDES.

Ariadna (todavía más sorprendida e incómoda):
¡Pero tú ni VES! ¿Cómo sabes eso?

Pith Zahot (con la misma calma que le caracteriza):
Por favor, no soy estúpido. Hace ya tiempo que lo observas, sé que te gusta su MIRADA y sobre todo esos OJOS VERDES tan VISTOSOS.

Ariadna (algo ruborizada):
Pero… pero… ¿cómo puedes tú saber eso? ¿Quién te ha dicho semejante cosa?

Pith Zahot:
Eso no importa, lo que importa es que hasta ahora no lo has negado, y que tú sola me estás confirmando algo que solo era una ligera sospecha.

Ariadna:
¡Claro que no! Yo solo…

Pith Zahot (perdiendo la calma):
¡Ya basta! No me digas más, no me trates de VER la cara y no lo niegues ahora, amor. Ambos sabemos que esa pregunta de “¿qué tiene él que no tenga yo?” sería estúpida. ¡Acéptalo! Adoras sus OJOS VERDES.

Ariadna (con la MIRADA baja):
Lo siento, de verdad lo lamento. Es que… yo te quiero a ti, pero al VER sus hermosos OJOS VERDES... no pude evitar MIRARLOS y luego se volvió un vicio; no podía dejar de alimentarme de la luz de sus hermosos OJOS VERDES y de su MIRADA tan triste y tan encantadora que me llena el alma, que me hace vibrar, que me estremece cuando la VEO, que me mueve el suelo, que…

Pith Zahot:
¡Respira mujer, respira! ¡No tienes qué echarme en cara todas sus bellezas OCULARES!

Ariadna (luego de tomar estrepitosamente el aire):
Pero no te enojes conmigo… o qué, ¿estás celoso? ¿Es eso? ¿Ahora resulta que eres celoso e inseguro? ¿Me vas a hacer una escenita? ¿VES moros con tranchetes?

Pith Zahot (ya muy molesto pensó):
“¡Yo no VEO nada!" –Y luego dijo-- ¿Y por qué no? ¡Tú sabes que nunca lo he sido, pero si hay algo contra lo que no puedo luchar y perfectamente pudiera celar a mi chica es precisamente por esto! ¿Cómo puedo yo saber cuándo estás VIENDO los OJOS de otro hombre? ¿Cómo saber qué es lo que te gusta de la MIRADA de aquel que vas VIENDO y MIENTRAS tranquilamente sigues caminando al lado de este tonto que no te puede ofrecer absolutamente nada al respecto? ¡Nunca te he celado hasta ahora! ¡Gané tu corazón a pulso, con todas mis cualidades te fui enamorando hasta que llegaste a ser para mí por mis méritos! ¡Luché contra todo lo que te ofrecían todos los demás y vencí, me gané tu corazón! –Luego, bajando el tono y visiblemente más triste que enfadado prosiguió—Y ahora resulta que te fijas en LOS HERMOSOS OJOS VERDES de Patroclo.

No importa, amada mía, vete con él y déjame aquí si es lo que quieres. Luego VEREMOS qué es lo que sí tengo yo, que no tenga él.

lunes, 3 de mayo de 2010

Rebuznante redundancia

Estoy algo confundido: aún recuerdo perfectamente aquellos lejanos días de mi juventud en los que yo creía que el amor era algo perfectamente bioquímico, y que incluso me dí a la tarea de investigar un artículo que lo explicara en palabras entendibles para todos nosotros. Sin embargo, ahora mi confusión radica en que, esta mañana, al rebisar mi abandonada vandeja de entrada de mi servidor de correo electrónico, encuentro numerosos mensajes con promesas de amor eterno a cambio del reenvío de algunos correos con información perfectamente inútil para los usuarios de esta herramienta. Pero, si por el contrario, borras dichos mensajes sin compartirlos con determinada cantidad de contactos, serás maldecido con la mala suerte en el amor por x cantidad de años…

Aaaagh, traté de decirlo de forma educada y agradable, pero no puedo más: ahora resulta que he acumulado un total de 5,872 años de mala suerte en el amor (me puse a sumar todos los años que tenía cada mensaje…). En serio, camaradas, mánden mensajes con alguna utilidad, ¿de acuerdo? (“El mundo no cambiará, deja de hacerte ilusiones”. –Mí mismo, nota mental--)

*****

Dejando de lado este intempestivo inicio, a falta de algo mejor como introducción, les platico que ayer por fin tuve la dicha de mover el bote luego de mi larga ausencia en las fiestas que se celebran con ese propósito. Sí, hasta terminé bailando banda, pasito duranguense, y algo de tambora… cosa que jamás creí que haría, y no por chocante, sino por mis nulas habilidades.

Estuvimos en un sencillo salón de fiestas, que más que salón era jardín, aunque tenía el aspecto de un cuartito tirándole a parque, solo que con un enrejado que le daba un ligero toque acogedor al aire libre que denotaba su simple e intrincado decorado…

Era pequeño aunque amplio, con una pista de baile más bien reducida pero grande, al tamaño aproximado del promedio.

Así y todo, fuimos felices. Yo fui acompañado de mi hermana y un íntimo amigo de la familia, quien no decidió siquiera zapatear en su mismo lugar; sí, quemémoslo: el señor no se dignó ni a bailar los ojos durante toda la fiesta. Y aún así, lo quiero aunque lo odio… ¿comienzo con mis rodeos de nuevo?

Yo por mi parte, me sentía como bolsa de papas del tamaño familiar –y no por presumir, luego verán las razones—porque me rolaban entre todos, o mejor dicho todas, no bailé con hombres porque sí soy chocante en cuanto a eso.

Ahí me topé con varias amigas que no había visto (frases literales, me topé porque me dí un cabezaso con ellas al bailar de mala manera, y también es cierto que no las he visto aún…), y además me las encontré luego de un largo tiempo sin poder saludarlas y platicar con ellas; de ahí la razón de que me rolaran entre todas para bailar.

Así las cosas. Disfruté mucho de la tarde/noche de ayer. Pero si están pensando que este es un post con buenos ánimos, que por fin estoy contento luego de muchas entradas agrias y amargosas en las que el limón me hacía caras al chuparlo, están rotundamente equivocados: este escrito tiene como objeto el echarles en cara que yo disfruté de una fiesta ayer y ustedes no, que bailé con numerosas chamacotas de buen ver y ustedes no, que hice el ridículo sin que me diera pena por ello y ustedes no… y si sí, platíquenmelo y aquí nos peleamos para ver cuál fue el mejor.

Y por si fuera poco esta explicación para demostrarles que sigo siendo el enemigo público de siempre, les cuento otra cosa: en cuanto puse pie en mi casa, fui regañado por los administradores de la misma. No digo que fue una gritería y una pelea aguerrida, aunque tampoco fue leve, solo que era agresiva con tintes suaves, luego de lo cual me dí cuenta de que no hubo tal… ¿podeis creerlo? ¡Regañarme por llegar a las 10:30 de la nocturna noche!

¿Alguien tiene una fórmula especial para hacer frente al enfado que provocan los padres en edades páusicas (sea andro o meno…)? Claro, aparte del ya popular “ignóralos”, porque sé por experiencia propia que eso no funciona.

Listo, leyeron mi basura de calidad, porque como me acaba de decir mi estimado Danielov: “no donde quiera se consigue basura de calidad hoy día.” Y luego agregó: “[pero] si me decepciona y me sale con cualquier mediocridad de basura, yo sí le pego.” Entonces, adelante. Solo un favor: ¡en la cara no, que de eso vivo!

Y ya, antes de que aparezca el conocido “publicado por” y entonces ¡puf!, esfumarme, nada más quiero llamar su atención al mencionado pie: les presento mi nueva y renovada recién estrenada identidad (espero no haber sido muy redundante de nuevo…).