Yo que ustedes, dejaría de leer inmediatamente esta entrada. Pero si continúan, aquí hay constancia de que se los advertí...
Hace aproximadamente 3 horas, me fui caminando con mi hermana y un amigo a Villasunción. Durante el camino, no sucedió nada.
Llegamos al mencionado centro comercial, y procedimos a poner nuestras asentaderas en una banquita muy coqueta. Entonces, una hora después, me paré para estirarme, y mi hermana me palpó o más bien me apretujó, me torteó, etc, la nalga izquierda, abarcándola casi totalmente con su mano (ella dice que me iba a agarrar el brazo y que no se fijó... juzguen ustedes).
Luego de otra media hora, nos paramos y nos venimos caminando de regreso.
Le metí el pie dos veces a mi hermana, motivo por el cual ella me pellizcó una bubi... Acto seguido, me saqué un moco y se lo aventé a un niño que venía a mi derecha.
Este extrabruto... digo, exabrupto, solo sirve para no ser el único que sufra dichas desdichas tan desdichadamente desdichadas, acaecidas al desdichado autor.
Caso de la vida real. Si quieren fotos de mi nalga apretada, contáctenmennn.
domingo, 9 de mayo de 2010
viernes, 7 de mayo de 2010
Adivina el título
Texto de DANIELOV
Muy buen día,amigos. En esta ocasión quiero proponerles una dinámica. Ésta estará basada en una que alguna vez propuso uno de mis ídolos literarios (y de Pith Zahot también), don Enrique Gallud, filólogo y catedrático ibérico y perito en cultura hindú.
Él planteó su propuesta parafraseando títulos de libros, de los cuales los lectores tendrían que adivinar el título real. Si por ejemplo, una obra se citaba como "Se pelean y luego paran", el título que se debería inferir sería Guerra y Paz. Y así y así. ¿Sencillo, no?
Ahora bien, como Krstn ha mencionado en comentarios de entradas anteriores, estamos concientes que muchos de ustedes, mis estimados, no leen nada que no tenga dibujitos. O a veces ni con dibujitos. Vamos, parece ser que unos cuantos no leen ni las señales de tránsito cuando manejan, carambas.
Ejem, ejem; bueno, el punto no es regañarlos, ¿verdad? A lo que iba...
Así pues, en lugar de parafrasear títulos de libros, parafrasearemos títulos de películas, esperando que ustedes adivinen la mayor cantidad de títulos posibles. ¿Listos? Helos aquí:
*******************
UPDATE:
Ash, como al primer comentario ya casi se acaban los títulos, ahí van otros más:
Muy buen día,
Él planteó su propuesta parafraseando títulos de libros, de los cuales los lectores tendrían que adivinar el título real. Si por ejemplo, una obra se citaba como "Se pelean y luego paran", el título que se debería inferir sería Guerra y Paz. Y así y así. ¿Sencillo, no?
Ahora bien, como Krstn ha mencionado en comentarios de entradas anteriores, estamos concientes que muchos de ustedes, mis estimados, no leen nada que no tenga dibujitos. O a veces ni con dibujitos. Vamos, parece ser que unos cuantos no leen ni las señales de tránsito cuando manejan, carambas.
Ejem, ejem; bueno, el punto no es regañarlos, ¿verdad? A lo que iba...
Así pues, en lugar de parafrasear títulos de libros, parafrasearemos títulos de películas, esperando que ustedes adivinen la mayor cantidad de títulos posibles. ¿Listos? Helos aquí:
- Pomada para peinarse.
- Altas temperaturas en una noche de fin de semana.
- El hombre quiróptero.
- Coito, vergüenza y llanto.
- No sé quién soy.
- Pastel de manzana de Norteamérica.
- La prole del jefe militar.
- La comunidad del pleito.
- Pecados capitales.
- La pequeña Dolores.
- El sorprendente armatoste.
- Salas Cinematográficas Jardín.
- El Charco Índigo.
- De vuelta pa' más pa'lante.
- El policía enlatado.
*******************
UPDATE:
Ash, como al primer comentario ya casi se acaban los títulos, ahí van otros más:
- El felino magenta.
- El sujeto férrico.
- Hermosa fémina.
- Una alejada línea de visión.
- El conflicto bélico planetario.
- Abandonando los casinos.
- Estrecho de Dardanelos.
- Enrique Cazuelas.
- El Hombre Octápodo.
- Mutantes sin identidad.
- El que te pone una azotaina pa' que te eduques.
- Píllame si te es posible.
miércoles, 5 de mayo de 2010
Cómo corretear la chuleta: capturando datos
Texto de DANIELOV
Mi entrada al mundo laboral por la puerta grande fue a los dieciséis años, oh caros lectores, cuando terminé mi segundo semestre de preparatoria. ¡Estamos hablando de hace nueve años, señores! ¡Vaya que estoy envejeciendo!
No cuentan las ocasiones cuando salía a las calles para lustrar zapatos y hacerme de unos pesos para comprar juguetes. Tampoco cuenta el irme con mi abuelito a cuidar chivas, limpiar terrenos y arrear vacas por una paga en dólares; pocos, pero eran dólares (cuando éste se cotizaba en tres devaluados nuevos pesos). Tampoco entra dentro de nuestro conteo los trabajos escolares que (pecando de deshonesto, lo sé) llegué a hacer para compañeros de clase.
Bueno, pero decíamos. Por aquellos adolescentes entonces, yo anhelaba comprar un carrito Plymouth 1956 (¿o era 46? Ni recuerdo bien...) que siempre veía estacionado a unas calles de la escuela. Era rojo, golpeado, sin vidrios, parado sobre dos tabiques y dos llantas ponchadas, interiores rasgados, faros rotos... amaba ese carro. Y es que, influenciado por Grease, deseaba hacer lo mismo que Kenickie en tal película: tomar un carro jodidísimo y convertirlo en un Greased Lightnin'. Yes, sir!
Obviamente, para llevar a cabo tal empresa se requería dinero. ¿Pedírselo a mis papás? ¡Claro que no! Yo ya era un hooombrrre-macho-varonil que podía asuntármelas solo. Bueno, más o menos; el trabajo que conseguí a fin de hacerme de la suficiente marmaja para mis planes fue en el mismo banco en que trabajaba mi 'apá. Jejeje.
Eran los tiempos en que Bancomer estaba en proceso de ser adquirido-fusionado por Banco Bilvao Vizcaya-Argentaria (BBVA) junto con banca Promex. Todas las cuentas del primer banco, junto con su respectiva base de datos, debían migrarse al segundo. Por ello, ¿quién mejor que el todopoderoso geek Danielov para acometer tal hazaña, al menos en la sucursal de Encarnación de Díaz, Jal?
Héte aquí pues, que mis vacaciones de verano del 2001 fueron bien invertidas en ardua labor bancaria. Lo malo que a los pocos días de empezar ya me había aburrido. Buuuh.
Entendédme: me tenían encerrado de 8 a 21 horas en una segunda planta sooola como capilla de rancho entre semana, sin nadie con quien platicar, sin Internet para chatear, sin revistas o libros para pajarear y sin teléfono para no sentirme aislado de la civilización. Mi ritmo de trabajo era demasiado rápido para mi fecha límite de proyecto. ¿Qué hacer?
Para matar el tiempo mientras cumplía con mis metas de captura, me fumé completos los juegos de Magic Knight Rayearth (las Guerreras Mágicas), Sailor Moon: Another Story y Chrono Trigger para el mítico Super Nintendo. Emulados para PC, claro está. Me aventaba dos horas para comer, paseándome por la plaza y conectándome a Messenger desde cibercafés.
Así y todo, terminé el trabajo en menos del tiempo previsto, asqueado de la cuadradez de la burocracia bancaria. Y de lo que gané en esa chamba, nada fue destinado para el carrito y su reparación; me gasté todo en un reloj Citizen (que descompuse en menos de un año) y en harrrtos cómics. Dinero bien empleado, sin lugar a dudas.
La holgura del trabajo de oficina me atrajo, pero no acabó por seducirme. Aún así, el destino de acabar amarrado frente a un monitor comenzaba a forjarse, como se verá en las siguientes entregas de esta serie.
Continuará. He dicho. Beware.
Mi entrada al mundo laboral por la puerta grande fue a los dieciséis años, oh caros lectores, cuando terminé mi segundo semestre de preparatoria. ¡Estamos hablando de hace nueve años, señores! ¡Vaya que estoy envejeciendo!
No cuentan las ocasiones cuando salía a las calles para lustrar zapatos y hacerme de unos pesos para comprar juguetes. Tampoco cuenta el irme con mi abuelito a cuidar chivas, limpiar terrenos y arrear vacas por una paga en dólares; pocos, pero eran dólares (cuando éste se cotizaba en tres devaluados nuevos pesos). Tampoco entra dentro de nuestro conteo los trabajos escolares que (pecando de deshonesto, lo sé) llegué a hacer para compañeros de clase.
Bueno, pero decíamos. Por aquellos adolescentes entonces, yo anhelaba comprar un carrito Plymouth 1956 (¿o era 46? Ni recuerdo bien...) que siempre veía estacionado a unas calles de la escuela. Era rojo, golpeado, sin vidrios, parado sobre dos tabiques y dos llantas ponchadas, interiores rasgados, faros rotos... amaba ese carro. Y es que, influenciado por Grease, deseaba hacer lo mismo que Kenickie en tal película: tomar un carro jodidísimo y convertirlo en un Greased Lightnin'. Yes, sir!
Obviamente, para llevar a cabo tal empresa se requería dinero. ¿Pedírselo a mis papás? ¡Claro que no! Yo ya era un hooombrrre-macho-varonil que podía asuntármelas solo. Bueno, más o menos; el trabajo que conseguí a fin de hacerme de la suficiente marmaja para mis planes fue en el mismo banco en que trabajaba mi 'apá. Jejeje.
Eran los tiempos en que Bancomer estaba en proceso de ser adquirido-fusionado por Banco Bilvao Vizcaya-Argentaria (BBVA) junto con banca Promex. Todas las cuentas del primer banco, junto con su respectiva base de datos, debían migrarse al segundo. Por ello, ¿quién mejor que el todopoderoso geek Danielov para acometer tal hazaña, al menos en la sucursal de Encarnación de Díaz, Jal?
Héte aquí pues, que mis vacaciones de verano del 2001 fueron bien invertidas en ardua labor bancaria. Lo malo que a los pocos días de empezar ya me había aburrido. Buuuh.
Entendédme: me tenían encerrado de 8 a 21 horas en una segunda planta sooola como capilla de rancho entre semana, sin nadie con quien platicar, sin Internet para chatear, sin revistas o libros para pajarear y sin teléfono para no sentirme aislado de la civilización. Mi ritmo de trabajo era demasiado rápido para mi fecha límite de proyecto. ¿Qué hacer?
Para matar el tiempo mientras cumplía con mis metas de captura, me fumé completos los juegos de Magic Knight Rayearth (las Guerreras Mágicas), Sailor Moon: Another Story y Chrono Trigger para el mítico Super Nintendo. Emulados para PC, claro está. Me aventaba dos horas para comer, paseándome por la plaza y conectándome a Messenger desde cibercafés.
Así y todo, terminé el trabajo en menos del tiempo previsto, asqueado de la cuadradez de la burocracia bancaria. Y de lo que gané en esa chamba, nada fue destinado para el carrito y su reparación; me gasté todo en un reloj Citizen (que descompuse en menos de un año) y en harrrtos cómics. Dinero bien empleado, sin lugar a dudas.
La holgura del trabajo de oficina me atrajo, pero no acabó por seducirme. Aún así, el destino de acabar amarrado frente a un monitor comenzaba a forjarse, como se verá en las siguientes entregas de esta serie.
Continuará. He dicho. Beware.
Categoría:
cómo corretear la chuleta,
Danielov
LOS HERMOSOS OJOS VERDES de Patroclo
Pith Zahot:
¿Hacia dónde estás volteando, amor? Porque siento que no me estás MIRANDO.
Ariadna (VISIBLEMENTE sorprendida):
Pues hacia el frente, corazón, porque si no, nos caemos… ¿no VES que yo soy tus OJOS?
Pith Zahot (meditando):
"Mentirosa, bien sé hacia dónde está VIENDO. Pero no puedo decir nada, porque entonces la contrariada sería ella..."
Ariadna (interrumpiendo los pensamientos de aquel):
¿Por qué te has quedado tan pensativo, cariño?
Pith Zahot:
No es nada, pensaba en la dicotomía entre el cielo y el infierno.
Ariadna:
Amor, pero si sabes que el infierno como lo pintan no existe… habla y dime en qué pensabas.
Pith Zahot (con un suspiro):
De acuerdo: pensaba en que sé exactamente hacia qué rumbo iba tu MIRADA cuando te lo pregunté.
Ariadna (con un tono burlesco):
Pero tú ni VES… ¿Cómo rayos ibas a saber hacia dondeMIRABA?
Pith Zahot:
No, pero mi instinto me lo indicó infaliblemente.
Ariadna:
¿De verdad? Y según tu “instinto”, ¿hacia donde MIRABA, pues?
Pith Zahot:
¿Para qué decirlo? Solo te molestarás más… de acuerdo, de acuerdo, no me VEAS así, te lo diré: estabas VIENDO a Patroclo directamente a sus OJAZOS VERDES.
Ariadna (todavía más sorprendida e incómoda):
¡Pero tú ni VES! ¿Cómo sabes eso?
Pith Zahot (con la misma calma que le caracteriza):
Por favor, no soy estúpido. Hace ya tiempo que lo observas, sé que te gusta su MIRADA y sobre todo esos OJOS VERDES tan VISTOSOS.
Ariadna (algo ruborizada):
Pero… pero… ¿cómo puedes tú saber eso? ¿Quién te ha dicho semejante cosa?
Pith Zahot:
Eso no importa, lo que importa es que hasta ahora no lo has negado, y que tú sola me estás confirmando algo que solo era una ligera sospecha.
Ariadna:
¡Claro que no! Yo solo…
Pith Zahot (perdiendo la calma):
¡Ya basta! No me digas más, no me trates de VER la cara y no lo niegues ahora, amor. Ambos sabemos que esa pregunta de “¿qué tiene él que no tenga yo?” sería estúpida. ¡Acéptalo! Adoras sus OJOS VERDES.
Ariadna (con la MIRADA baja):
Lo siento, de verdad lo lamento. Es que… yo te quiero a ti, pero al VER sus hermosos OJOS VERDES... no pude evitar MIRARLOS y luego se volvió un vicio; no podía dejar de alimentarme de la luz de sus hermosos OJOS VERDES y de su MIRADA tan triste y tan encantadora que me llena el alma, que me hace vibrar, que me estremece cuando la VEO, que me mueve el suelo, que…
Pith Zahot:
¡Respira mujer, respira! ¡No tienes qué echarme en cara todas sus bellezas OCULARES!
Ariadna (luego de tomar estrepitosamente el aire):
Pero no te enojes conmigo… o qué, ¿estás celoso? ¿Es eso? ¿Ahora resulta que eres celoso e inseguro? ¿Me vas a hacer una escenita? ¿VES moros con tranchetes?
Pith Zahot (ya muy molesto pensó):
“¡Yo no VEO nada!" –Y luego dijo-- ¿Y por qué no? ¡Tú sabes que nunca lo he sido, pero si hay algo contra lo que no puedo luchar y perfectamente pudiera celar a mi chica es precisamente por esto! ¿Cómo puedo yo saber cuándo estás VIENDO los OJOS de otro hombre? ¿Cómo saber qué es lo que te gusta de la MIRADA de aquel que vas VIENDO y MIENTRAS tranquilamente sigues caminando al lado de este tonto que no te puede ofrecer absolutamente nada al respecto? ¡Nunca te he celado hasta ahora! ¡Gané tu corazón a pulso, con todas mis cualidades te fui enamorando hasta que llegaste a ser para mí por mis méritos! ¡Luché contra todo lo que te ofrecían todos los demás y vencí, me gané tu corazón! –Luego, bajando el tono y visiblemente más triste que enfadado prosiguió—Y ahora resulta que te fijas en LOS HERMOSOS OJOS VERDES de Patroclo.
No importa, amada mía, vete con él y déjame aquí si es lo que quieres. Luego VEREMOS qué es lo que sí tengo yo, que no tenga él.
¿Hacia dónde estás volteando, amor? Porque siento que no me estás MIRANDO.
Ariadna (VISIBLEMENTE sorprendida):
Pues hacia el frente, corazón, porque si no, nos caemos… ¿no VES que yo soy tus OJOS?
Pith Zahot (meditando):
"Mentirosa, bien sé hacia dónde está VIENDO. Pero no puedo decir nada, porque entonces la contrariada sería ella..."
Ariadna (interrumpiendo los pensamientos de aquel):
¿Por qué te has quedado tan pensativo, cariño?
Pith Zahot:
No es nada, pensaba en la dicotomía entre el cielo y el infierno.
Ariadna:
Amor, pero si sabes que el infierno como lo pintan no existe… habla y dime en qué pensabas.
Pith Zahot (con un suspiro):
De acuerdo: pensaba en que sé exactamente hacia qué rumbo iba tu MIRADA cuando te lo pregunté.
Ariadna (con un tono burlesco):
Pero tú ni VES… ¿Cómo rayos ibas a saber hacia dondeMIRABA?
Pith Zahot:
No, pero mi instinto me lo indicó infaliblemente.
Ariadna:
¿De verdad? Y según tu “instinto”, ¿hacia donde MIRABA, pues?
Pith Zahot:
¿Para qué decirlo? Solo te molestarás más… de acuerdo, de acuerdo, no me VEAS así, te lo diré: estabas VIENDO a Patroclo directamente a sus OJAZOS VERDES.
Ariadna (todavía más sorprendida e incómoda):
¡Pero tú ni VES! ¿Cómo sabes eso?
Pith Zahot (con la misma calma que le caracteriza):
Por favor, no soy estúpido. Hace ya tiempo que lo observas, sé que te gusta su MIRADA y sobre todo esos OJOS VERDES tan VISTOSOS.
Ariadna (algo ruborizada):
Pero… pero… ¿cómo puedes tú saber eso? ¿Quién te ha dicho semejante cosa?
Pith Zahot:
Eso no importa, lo que importa es que hasta ahora no lo has negado, y que tú sola me estás confirmando algo que solo era una ligera sospecha.
Ariadna:
¡Claro que no! Yo solo…
Pith Zahot (perdiendo la calma):
¡Ya basta! No me digas más, no me trates de VER la cara y no lo niegues ahora, amor. Ambos sabemos que esa pregunta de “¿qué tiene él que no tenga yo?” sería estúpida. ¡Acéptalo! Adoras sus OJOS VERDES.
Ariadna (con la MIRADA baja):
Lo siento, de verdad lo lamento. Es que… yo te quiero a ti, pero al VER sus hermosos OJOS VERDES... no pude evitar MIRARLOS y luego se volvió un vicio; no podía dejar de alimentarme de la luz de sus hermosos OJOS VERDES y de su MIRADA tan triste y tan encantadora que me llena el alma, que me hace vibrar, que me estremece cuando la VEO, que me mueve el suelo, que…
Pith Zahot:
¡Respira mujer, respira! ¡No tienes qué echarme en cara todas sus bellezas OCULARES!
Ariadna (luego de tomar estrepitosamente el aire):
Pero no te enojes conmigo… o qué, ¿estás celoso? ¿Es eso? ¿Ahora resulta que eres celoso e inseguro? ¿Me vas a hacer una escenita? ¿VES moros con tranchetes?
Pith Zahot (ya muy molesto pensó):
“¡Yo no VEO nada!" –Y luego dijo-- ¿Y por qué no? ¡Tú sabes que nunca lo he sido, pero si hay algo contra lo que no puedo luchar y perfectamente pudiera celar a mi chica es precisamente por esto! ¿Cómo puedo yo saber cuándo estás VIENDO los OJOS de otro hombre? ¿Cómo saber qué es lo que te gusta de la MIRADA de aquel que vas VIENDO y MIENTRAS tranquilamente sigues caminando al lado de este tonto que no te puede ofrecer absolutamente nada al respecto? ¡Nunca te he celado hasta ahora! ¡Gané tu corazón a pulso, con todas mis cualidades te fui enamorando hasta que llegaste a ser para mí por mis méritos! ¡Luché contra todo lo que te ofrecían todos los demás y vencí, me gané tu corazón! –Luego, bajando el tono y visiblemente más triste que enfadado prosiguió—Y ahora resulta que te fijas en LOS HERMOSOS OJOS VERDES de Patroclo.
No importa, amada mía, vete con él y déjame aquí si es lo que quieres. Luego VEREMOS qué es lo que sí tengo yo, que no tenga él.
lunes, 3 de mayo de 2010
Rebuznante redundancia
Estoy algo confundido: aún recuerdo perfectamente aquellos lejanos días de mi juventud en los que yo creía que el amor era algo perfectamente bioquímico, y que incluso me dí a la tarea de investigar un artículo que lo explicara en palabras entendibles para todos nosotros. Sin embargo, ahora mi confusión radica en que, esta mañana, al rebisar mi abandonada vandeja de entrada de mi servidor de correo electrónico, encuentro numerosos mensajes con promesas de amor eterno a cambio del reenvío de algunos correos con información perfectamente inútil para los usuarios de esta herramienta. Pero, si por el contrario, borras dichos mensajes sin compartirlos con determinada cantidad de contactos, serás maldecido con la mala suerte en el amor por x cantidad de años…
Aaaagh, traté de decirlo de forma educada y agradable, pero no puedo más: ahora resulta que he acumulado un total de 5,872 años de mala suerte en el amor (me puse a sumar todos los años que tenía cada mensaje…). En serio, camaradas, mánden mensajes con alguna utilidad, ¿de acuerdo? (“El mundo no cambiará, deja de hacerte ilusiones”. –Mí mismo, nota mental--)
*****
Dejando de lado este intempestivo inicio, a falta de algo mejor como introducción, les platico que ayer por fin tuve la dicha de mover el bote luego de mi larga ausencia en las fiestas que se celebran con ese propósito. Sí, hasta terminé bailando banda, pasito duranguense, y algo de tambora… cosa que jamás creí que haría, y no por chocante, sino por mis nulas habilidades.
Estuvimos en un sencillo salón de fiestas, que más que salón era jardín, aunque tenía el aspecto de un cuartito tirándole a parque, solo que con un enrejado que le daba un ligero toque acogedor al aire libre que denotaba su simple e intrincado decorado…
Era pequeño aunque amplio, con una pista de baile más bien reducida pero grande, al tamaño aproximado del promedio.
Así y todo, fuimos felices. Yo fui acompañado de mi hermana y un íntimo amigo de la familia, quien no decidió siquiera zapatear en su mismo lugar; sí, quemémoslo: el señor no se dignó ni a bailar los ojos durante toda la fiesta. Y aún así, lo quiero aunque lo odio… ¿comienzo con mis rodeos de nuevo?
Yo por mi parte, me sentía como bolsa de papas del tamaño familiar –y no por presumir, luego verán las razones—porque me rolaban entre todos, o mejor dicho todas, no bailé con hombres porque sí soy chocante en cuanto a eso.
Ahí me topé con varias amigas que no había visto (frases literales, me topé porque me dí un cabezaso con ellas al bailar de mala manera, y también es cierto que no las he visto aún…), y además me las encontré luego de un largo tiempo sin poder saludarlas y platicar con ellas; de ahí la razón de que me rolaran entre todas para bailar.
Así las cosas. Disfruté mucho de la tarde/noche de ayer. Pero si están pensando que este es un post con buenos ánimos, que por fin estoy contento luego de muchas entradas agrias y amargosas en las que el limón me hacía caras al chuparlo, están rotundamente equivocados: este escrito tiene como objeto el echarles en cara que yo disfruté de una fiesta ayer y ustedes no, que bailé con numerosas chamacotas de buen ver y ustedes no, que hice el ridículo sin que me diera pena por ello y ustedes no… y si sí, platíquenmelo y aquí nos peleamos para ver cuál fue el mejor.
Y por si fuera poco esta explicación para demostrarles que sigo siendo el enemigo público de siempre, les cuento otra cosa: en cuanto puse pie en mi casa, fui regañado por los administradores de la misma. No digo que fue una gritería y una pelea aguerrida, aunque tampoco fue leve, solo que era agresiva con tintes suaves, luego de lo cual me dí cuenta de que no hubo tal… ¿podeis creerlo? ¡Regañarme por llegar a las 10:30 de la nocturna noche!
¿Alguien tiene una fórmula especial para hacer frente al enfado que provocan los padres en edades páusicas (sea andro o meno…)? Claro, aparte del ya popular “ignóralos”, porque sé por experiencia propia que eso no funciona.
Listo, leyeron mi basura de calidad, porque como me acaba de decir mi estimado Danielov: “no donde quiera se consigue basura de calidad hoy día.” Y luego agregó: “[pero] si me decepciona y me sale con cualquier mediocridad de basura, yo sí le pego.” Entonces, adelante. Solo un favor: ¡en la cara no, que de eso vivo!
Y ya, antes de que aparezca el conocido “publicado por” y entonces ¡puf!, esfumarme, nada más quiero llamar su atención al mencionado pie: les presento mi nueva y renovada recién estrenada identidad (espero no haber sido muy redundante de nuevo…).
Aaaagh, traté de decirlo de forma educada y agradable, pero no puedo más: ahora resulta que he acumulado un total de 5,872 años de mala suerte en el amor (me puse a sumar todos los años que tenía cada mensaje…). En serio, camaradas, mánden mensajes con alguna utilidad, ¿de acuerdo? (“El mundo no cambiará, deja de hacerte ilusiones”. –Mí mismo, nota mental--)
*****
Dejando de lado este intempestivo inicio, a falta de algo mejor como introducción, les platico que ayer por fin tuve la dicha de mover el bote luego de mi larga ausencia en las fiestas que se celebran con ese propósito. Sí, hasta terminé bailando banda, pasito duranguense, y algo de tambora… cosa que jamás creí que haría, y no por chocante, sino por mis nulas habilidades.
Estuvimos en un sencillo salón de fiestas, que más que salón era jardín, aunque tenía el aspecto de un cuartito tirándole a parque, solo que con un enrejado que le daba un ligero toque acogedor al aire libre que denotaba su simple e intrincado decorado…
Era pequeño aunque amplio, con una pista de baile más bien reducida pero grande, al tamaño aproximado del promedio.
Así y todo, fuimos felices. Yo fui acompañado de mi hermana y un íntimo amigo de la familia, quien no decidió siquiera zapatear en su mismo lugar; sí, quemémoslo: el señor no se dignó ni a bailar los ojos durante toda la fiesta. Y aún así, lo quiero aunque lo odio… ¿comienzo con mis rodeos de nuevo?
Yo por mi parte, me sentía como bolsa de papas del tamaño familiar –y no por presumir, luego verán las razones—porque me rolaban entre todos, o mejor dicho todas, no bailé con hombres porque sí soy chocante en cuanto a eso.
Ahí me topé con varias amigas que no había visto (frases literales, me topé porque me dí un cabezaso con ellas al bailar de mala manera, y también es cierto que no las he visto aún…), y además me las encontré luego de un largo tiempo sin poder saludarlas y platicar con ellas; de ahí la razón de que me rolaran entre todas para bailar.
Así las cosas. Disfruté mucho de la tarde/noche de ayer. Pero si están pensando que este es un post con buenos ánimos, que por fin estoy contento luego de muchas entradas agrias y amargosas en las que el limón me hacía caras al chuparlo, están rotundamente equivocados: este escrito tiene como objeto el echarles en cara que yo disfruté de una fiesta ayer y ustedes no, que bailé con numerosas chamacotas de buen ver y ustedes no, que hice el ridículo sin que me diera pena por ello y ustedes no… y si sí, platíquenmelo y aquí nos peleamos para ver cuál fue el mejor.
Y por si fuera poco esta explicación para demostrarles que sigo siendo el enemigo público de siempre, les cuento otra cosa: en cuanto puse pie en mi casa, fui regañado por los administradores de la misma. No digo que fue una gritería y una pelea aguerrida, aunque tampoco fue leve, solo que era agresiva con tintes suaves, luego de lo cual me dí cuenta de que no hubo tal… ¿podeis creerlo? ¡Regañarme por llegar a las 10:30 de la nocturna noche!
¿Alguien tiene una fórmula especial para hacer frente al enfado que provocan los padres en edades páusicas (sea andro o meno…)? Claro, aparte del ya popular “ignóralos”, porque sé por experiencia propia que eso no funciona.
Listo, leyeron mi basura de calidad, porque como me acaba de decir mi estimado Danielov: “no donde quiera se consigue basura de calidad hoy día.” Y luego agregó: “[pero] si me decepciona y me sale con cualquier mediocridad de basura, yo sí le pego.” Entonces, adelante. Solo un favor: ¡en la cara no, que de eso vivo!
Y ya, antes de que aparezca el conocido “publicado por” y entonces ¡puf!, esfumarme, nada más quiero llamar su atención al mencionado pie: les presento mi nueva y renovada recién estrenada identidad (espero no haber sido muy redundante de nuevo…).
Categoría:
Críticas constructivas,
Ocasiones especiales,
Vómitos verbales
Suscribirse a:
Entradas (Atom)