miércoles, 5 de mayo de 2010

Cómo corretear la chuleta: capturando datos

Texto de DANIELOV

Mi entrada al mundo laboral por la puerta grande fue a los dieciséis años, oh caros lectores, cuando terminé mi segundo semestre de preparatoria. ¡Estamos hablando de hace nueve años, señores! ¡Vaya que estoy envejeciendo!

No cuentan las ocasiones cuando salía a las calles para lustrar zapatos y hacerme de unos pesos para comprar juguetes. Tampoco cuenta el irme con mi abuelito a cuidar chivas, limpiar terrenos y arrear vacas por una paga en dólares; pocos, pero eran dólares (cuando éste se cotizaba en tres devaluados nuevos pesos). Tampoco entra dentro de nuestro conteo los trabajos escolares que (pecando de deshonesto, lo sé) llegué a hacer para compañeros de clase.

Bueno, pero decíamos. Por aquellos adolescentes entonces, yo anhelaba comprar un carrito Plymouth 1956 (¿o era 46? Ni recuerdo bien...) que siempre veía estacionado a unas calles de la escuela. Era rojo, golpeado, sin vidrios, parado sobre dos tabiques y dos llantas ponchadas, interiores rasgados, faros rotos... amaba ese carro. Y es que, influenciado por Grease, deseaba hacer lo mismo que Kenickie en tal película: tomar un carro jodidísimo y convertirlo en un Greased Lightnin'. Yes, sir!
Ésta era mi idea para la restauración del carro. Snif.

Obviamente, para llevar a cabo tal empresa se requería dinero. ¿Pedírselo a mis papás? ¡Claro que no! Yo ya era un hooombrrre-macho-varonil que podía asuntármelas solo. Bueno, más o menos; el trabajo que conseguí a fin de hacerme de la suficiente marmaja para mis planes fue en el mismo banco en que trabajaba mi 'apá. Jejeje.

Eran los tiempos en que Bancomer estaba en proceso de ser adquirido-fusionado por Banco Bilvao Vizcaya-Argentaria (BBVA) junto con banca Promex. Todas las cuentas del primer banco, junto con su respectiva base de datos, debían migrarse al segundo. Por ello, ¿quién mejor que el todopoderoso geek Danielov para acometer tal hazaña, al menos en la sucursal de Encarnación de Díaz, Jal?

Héte aquí pues, que mis vacaciones de verano del 2001 fueron bien invertidas en ardua labor bancaria. Lo malo que a los pocos días de empezar ya me había aburrido. Buuuh.

Entendédme: me tenían encerrado de 8 a 21 horas en una segunda planta sooola como capilla de rancho entre semana, sin nadie con quien platicar, sin Internet para chatear, sin revistas o libros para pajarear y sin teléfono para no sentirme aislado de la civilización. Mi ritmo de trabajo era demasiado rápido para mi fecha límite de proyecto. ¿Qué hacer?

Para matar el tiempo mientras cumplía con mis metas de captura, me fumé completos los juegos de Magic Knight Rayearth (las Guerreras Mágicas), Sailor Moon: Another Story y Chrono Trigger para el mítico Super Nintendo. Emulados para PC, claro está. Me aventaba dos horas para comer, paseándome por la plaza y conectándome a Messenger desde cibercafés.

Así y todo, terminé el trabajo en menos del tiempo previsto, asqueado de la cuadradez de la burocracia bancaria. Y de lo que gané en esa chamba, nada fue destinado para el carrito y su reparación; me gasté todo en un reloj Citizen (que descompuse en menos de un año) y en harrrtos cómics. Dinero bien empleado, sin lugar a dudas.

La holgura del trabajo de oficina me atrajo, pero no acabó por seducirme. Aún así, el destino de acabar amarrado frente a un monitor comenzaba a forjarse, como se verá en las siguientes entregas de esta serie.

Continuará. He dicho. Beware.

7 comentarios:

Pith Zahot, El enemigo público dijo...

Oiga, pero eso de estar tanto tiempo en una computadora lo va a dejar bien cieguito... y luego arden los ojos, se lo digo por experiencia. Yo desde bebé nací con un monitor enfrente y pos véame?

Por otro lado, no sé por qué me recordó a un pobre primito mío, que se compró un carrazo exactamente con las condiciones referidas, según él para arreglarlo como los de rápido y furioso que le salió en 4000 pesos (¡4000 pesosun carro! Imagínensela).
Yo por mi parte sigo espernado el día en que me gane mis primeros pesos por mis méritos.

Alchemywen dijo...

Wow... yo también tengo aspiraciones locas con coches!, en especial con el de mis fantasías, ¡un Ferrari! Y para arreglarlo desde cero... nada más y nada menos que una combi, ¡sii! cómo la de ese tal Scooby Doo.

En fin...
Waa yo me siento igual cuando tengo que estar en el negocio de mis tíos... agg en fin te dejo, sorry por no pasarme antes T.T
Bye ^^

fili... dijo...

jajajajaja... pues para que ocultarlo, si ese primo soy yo. Pero sabe, la verdad no me arrepiento, aunque si bien mi proyecto no pude realizarlo, me siento bien con migo mismo, por que tome la desicion y lo ise, aunque no pude realizar mi sueño por causas ajenas, el chiste es no desistir.

Quién dijo...

Qué afán, maña y gusto por el 98% de los barones por convertir un pedazo de basura en un auto de lujo. Bien! por haber comprado el reloj, creo que el transformar esa lata vieja hubiera salido mas caro que mandar a HACER uno nuevo.

¡chan!... postearé sobre esto ¡ahora!

Y no te enojes, que te doy publicidad gratis ;)VA?

Krstn dijo...

Bueeeno, todos tenemos nuestros sueños. Yo tal vez no deseo construir mi auto, pero sí adquirir una moto que, estoy segura, mi ley hogareña me lo impedirá. Así que al final, también será un sueño truncado, lo que me obligará a comprar, como tú, un reloj.... o unos converse de cada color.

Pero que bonito es vivir con la ilusión...

Lalo dijo...

Hola! Je, llegue aqui desde el blo de la pecesita pacheca... y pos pa' comentarte dos cosas:

1. que buena selección musical tienes en tu bló, bueno me gustan mucho las rolas que pusiste de Explosions in the Sky y de Brian Eno.

2. jejeje, si, supongo que es un clásico eso de acá ahorrar para comprarte algo, pero eso de quererlo invertir en un coche todo viejo para convertirlo en una supernave me dio mucha gracia, en fin, es normal, a esa edad (muy cercana a a la mía, aún) pos somos que medio ingenuos y medio pendejos, jajaja, en fin tu aventura me recordó un cap. de Malcolm in the Middle y pos que chido que hayas disfrutado tu dinero en comics... saludos

ADRI dijo...

me hiciste recordar mis tiempos en los que coleccionaba carritos de juguetes... con el dinero de mamà, papà y los abuelos (lo que me daban de domingo)... porque en aquel entonces no trabajaba... y sigo sin trabajar. Algùn dìa...