martes, 24 de agosto de 2010

Mi reflejo

Hacía buen rato que me sentía ausente, fuera del tiempo y del espacio, divagando entre mis miedos, angustias y pensamientos más confusos.

De pronto me descubro frente al espejo de mi habitación, de espaldas a él y con los brazos cruzados sobre el pecho. Estoy con la cabeza baja y con el rostro sudoroso de tanto pensar y pensar, dándole vueltas al mismo asunto.

Ahora soy consciente de lo que sucedió el día de hoy y del por qué me encuentro aquí tan agitado. Claro, todo empezó cuando al salir de mi casa, la gente fijaba su mirada en mí, penetrante, escudriñadora y sobre todo con una fascinación y curiosidad morbosas. Examinaban mis movimientos, mis gestos, ademanes y expresiones a detalle. Tanto así, que a los niños se les solían atravesar algunos postes por el camino, y al estar tan absortos observándome, sus cabezas rebotaban con ellos sin remedio. Los adultos por su parte lo hacían más disimuladamente, pero sin lograr ocultarse de mi perspicacia, si así le podemos llamar. Era irritante sentir todas aquellas miradas sobre mi espalda siguiéndome y acosándome por doquier. Mi cara enrojecía y mi gesto se congeló en una eterna mueca de disgusto y frustración.

Aún no logro comprender qué es lo que sucedió hoy, por qué es que las personas tenían qué estar viéndome y criticándome... ¿cuál era la diferencia en mí con respecto a todos los demás? ¿Por qué nunca me había sentido tan marginado antes y qué había cambiado desde la última vez que salí a la calle?

Ahora lo comprendo: precisamente esa era mi intención al venir a detenerme frente al espejo, el descubrir de una vez por todas qué es lo que tanto atraía la curiosidad malsana de las personas. No tiene que ver con nada de mi interior, porque de ser así, no me comerían con la mirada. Evidentemente, era algo exterior, superficial, visible.

Sin embargo tengo ya buen rato parado aquí, de espaldas a mi reflejo. Mis pies me gritan, me exigen un movimiento para librarlos de mi peso. Mis manos sudan frío y mis lagrimales caprichosos exigen liberar dos lágrimas, contrario a mi voluntad. Tal vez... quizás tengo miedo encontrarme de frente con ese rasgo, esa característica que me hace tan distinto y tan señalable entre la gente. No me atrevo a recibir el grito de mi reflejo sobre mi rostro, penetrándome como la hoja de una espada de dos filos. Aún así, es necesario hacerlo para enfrentarme con él, no hay mejor modo de superarlo o bien, caer derrotado de una vez por todas, liberándome de todas formas de esta terrible angustia.

Lentamente dejo caer los brazos a mis costados: Palpo mi pantalón de mezclilla que se ciñe a mis piernas y mis caderas pero... no tiene nada que ver este asunto con mi vestimenta, ¿verdad?

-No seas cobarde y enfréntate --me digo a mí mismo--, no puede haber nada peor que la incertidumbre.

Claro, mi cerebro dibuja pedazos de razón en mis pensamientos, y creo que dadas las circunstancias, he de completar el cuadro de forma razonable también. Al fin, empiezo a girar pero aún con los ojos cerrados hasta quedar de frente. Con la mano derecha retiro el sudor que perla mi frente y al mismo tiempo la refresco con mi mano helada. Al fin me decido a abrir los ojos para visualizarme.

La cruda realidad me abofetea sin piedad.
-¡Pero esto no es nuevo! --pienso-- Esto es algo de todos los días, solo que... lo olvidé por unos segundos.

¡Pero la gente no lo olvida jamás! ¡Ellos recuerdan muy bien la pequeña gran diferencia! Mi puño hace añicos el espejo en un segundo, como si así pudiera cambiar la fría verdad de que... no puedo contemplar mi reflejo.

jueves, 19 de agosto de 2010

Criaturas por montones

Era una tarde tranquila y normal. El cielo estaba muy nublado, negro por donde lo vieras. Era evidente que la vecina se atormentaba… quise decir, que la tormenta se avecinaba. Aún así me parecía que había un aroma de paz en el ambiente. Estando sin mucho que hacer, mi mamá se me acercó y me propuso que la acompañara a ella y a mi hermana a la tienda de autoservicio, donde compraríamos lo esencial para sobrevivir la semana. Acepté y en seguida nos pusimos en camino. La música contenida en mi iPod me hacía más placentero el viaje y me hacía disfrutar aún más de aquella tarde… poco me imaginaba lo que me sucedería minutos después.

Nos apeamos de la camioneta y nos dirigimos a la entrada del establecimiento. Inmediatamente luego de haber cruzado la puerta, tuve la visión más horrorosa que jamás había imaginado: un enjambre compuesto por lo que parecían ser millones de criaturas extrañas y diminutas y que daban la impresión de salir de todos los recovecos de la tienda inundaban los pasillos, abarrotaban el ambiente y hacían que el aire se sintiera pesado, contaminado y dañino para mi cuerpo. Al mismo tiempo, entre toda aquella multitud de especímenes extraños, se movían otros más grandes que sí tenían la apariencia de seres humanos comunes y corrientes, pero lo que me hacía dudar de que lo fueran era que se movían con toda calma y tranquilidad entre aquel ejército de criaturitas, que incluso los tocaban y les hablaban sin inmutarse. Yo estaba horrorizado.

Lo peor del caso era que mi mamá y mi hermana parecían compartir la misma reacción que los humanos que se movían por la tienda, pues no se detuvieron ni se sorprendieron lo más mínimo ante tamaño espectáculo; más aún, me impulsaban a seguir avanzando hacia el interior de aquel infierno.

Yo no podía más… estaba a punto de soltar un tremendo alarido de desesperación en reacción a las estridentes vocecitas que lastimaban mis tímpanos y que procedían de las bocas de aquellas criaturas. Entonces sentí una mano en mi hombro que me sobresaltó hasta el punto de soltar un “¡ay!” de sorpresa, que también espantó a mi hermana, que era la que me tocaba. Tras recuperar la calma --si así le podemos llamar--, me dijo:
-¿Qué fregados te pasa? ¡Me asustaste!
Y le contesté inquieto y temblando:
-¿Pues qué no ves a donde estamos entrando? Y todas esas cosas moviéndose y llenando este lugar… ¡vámonos de aquí!
-Cómo eres payaso, ¿qué no ves que son niños? No sabía que le tenías fobia a los niños.

De pronto la venda cayó de mis ojos, y noté que esa era la razón por la que no podía distinguir bien esas figuras. Efectivamente, eran niños, acompañados por sus papás que estaban comprando todo tipo de artículos y llevándolos a las cajas registradoras para pagarlos. Entonces mi semblante cambió radicalmente; se dibujó una boba sonrisa en mi rostro y me puse colorado de vergüenza.

Sin embargo, aquella experiencia me hizo ponerme a pensar profundamente, y meditar sobre un asunto.

A mí siempre me han parecido muy bonitos y encantadores los niños; de hecho en mi caso personal, siempre quise ser un niño para siempre jamás, así tipo Peter Pan. Pero hay algo que sí me preocupó: ¿cómo era posible que hubiera tal falta de conciencia y consideración en las personas –sean casadas o no—como para estar trayendo niños a este mundo a diestra y siniestra como si fueran conejitos en criadero?

Pero dejemos el tiempo pasado en mis verbos, porque esto es precisamente lo que se ve hoy día. En lugar de que se reduzca la fabricación en serie de seres humanos diminutos, pareciera ser que hay un premio al que más logre tener. Es verdaderamente inconcebible, inconsciente, inhumano, inmoral, irrazonable, insensato y hasta estúpido el que, viendo cómo está la situación actual en cuanto a economía, salud, seguridad personal y familiar, alimentación, estabilidad moral y mental, etc, se sigan empeñando en llenar a este país de niños inocentes que solo vienen a sufrir injustamente.

No estoy criticando ni condenando a quienes tengan el deseo de tener un hijo y lo hagan realidad con toda responsabilidad. Esa es una decisión puramente personal, pero son más los niños traídos al mundo por irresponsabilidades que los deseados de verdad… pero no comencemos de nuevo.

Total, si quieren tener hijos sin control, váyanse a Europa donde el promedio de edad es de puro vejete.

Ya, lo dije y lo sostengo.

* * *

Por cierto, me disculpo por mi ausencia en estos parajes, mas no andaba muerto, andaba de parranda. No les prometo escribir muy seguido, pero tampoco los abandonaré.

* * *

Nota:
Si ya están esperando un hijo y este post les hizo reflexionar sobre la irresponsabilidad de traer niños sin control, no sean tarugos y no piensen en el aborto. Ups, creo que no lo habían pensado hasta que lo mencioné.¬¬ Total, olvídenlo.

viernes, 6 de agosto de 2010

Hace un poco menos de seis meses, fue inaugurado este blog, con un propósito determinado. Al inicio, la idea era que este espacio hiciera las veces de depositario de numerosas confesiones, las cuales eran exabruptos verbales provocados por mis turbios y atormentados pensamientos y/o sentimientos. Sin embargo, gradualmente ha ido evolucionando hasta convertirse finalmente, en una estantería en la cuál exhibir lo que yo considero “mi arte”… o dicho de otro modo, el arte de mi propiedad, para que luego no critiquen mi jerga y se preste a malos entendidos.

Dicho arte ha tenido su popularidad, sí señores, y precisamente al respecto, escribo este post para conmemorar que he llegado a reclutar mi primer veintena de seguidores. Es menester agradecerles su constancia al leerme, comentarme (quienes lo hacen) y por supuesto al recomendarme con toda alma viviente.

Para aprovechar esta ocasión especial, déjenme presumirles algo digno de ello. Resulta ser que un tío mío trabaja con un señor cuya esposa es literata (especializada en la palabra escrita), o algo por el estilo. Entre el señor éste y ella hacen obras de teatro y las presentan en la Casa de la Cultura aquí en la ciudad. Obviamente, no es cualquier crítico novato de literatura ni mucho menos.

Pues bien, a mi tío se le ocurrió llevarles impresos algunos de mis escritos publicados recientemente, pero sin comentar que eran parte de un blog ni que yo soy ciego. Solamente les pidió el punto de vista completamente objetivo, refiriéndose a mí como su “sobrino escritor”, cosa que me halaga. Pues bien, resulta que dichas personalidades, además de darse el tiempo de leerlos detenidamente, se tomaron la molestia de dar su punto de vista crítico. Pero eso no es lo mejor; lo más sobresaliente es lo que dijeron sobre los escritos de su servilleta. Los post que analizaron son los de “La hombre y el mujer”, y las “Crónicas de un muerto” que consta de cuatro partes. Por si ustedes aún no las han leído, ahí tán pa' que las lean.

Ahora pues, procedo a citar textualmente la opinión dada a cada uno.

“La hombre y el mujer”
[comentarios]
"Me gusta mucho el juego de paréntesis; El ritmo, la redacción, la complitud de vocabulario.

"A ella la abandonan al final muy fuerte.

"No me gusta lo abrupto del final, pierde fuerza y debe ser aún más fuerte que los chispazos divertidos del inicio y nudo."

“Crónicas de un muerto”
[Comentarios]
"Tiene momentos muy buenos, y de repente otros no tanto, obvios e infantiles, de humor simple.

"La continuidad falla, es abrupta.

"Carece de elementos fijos, aquellos que mencionas, vas justificando en el camino y luego retornas o hasta te ayudan a cerrar con fuerza.

"Se sacrifica el orden y la veracidad por encontrar elementos que hablan de muerte.

"El final nuevamente abrupto y dejando a medias un cierre contundente."

¿Cómo la ven? En lo personal, no solamente estoy satisfecho y halagado, sino que me siento honrado. A pesar de que se dicen varias cosas negativas, ustedes notarán que son detalles meramente del desarrollo de la historia, pero no se me sensura ni ortografía, calidad, vocabulario, redacción, composición, etc. Además, en los aspectos que comenta como malos, es lógico que sea así, por ejemplo: se habla de los finales abruptos; y claro, puesto que esto es un blog, no puedo aventarme un cuento de 50 páginas… por tanto, el hecho de que los finales sean así, es intencional. Recuerden que los críticos no saben que lo que estaban analizando eran escritos de un blog, ni que habían sido redactados por un ciego. Por tanto yo considero que me fue bastante bien, y ello me impulsa a seguir esforzándome por mejorar.

En una de esas, si amplío y edito mis cuentos ¿qué tal que me van comprando uno para representarlo en los teatros locales…? De acuerdo, estoy volando muy alto. Pero acuérdense que para dar en el blanco con una flecha, hay que apuntar hacia arriba, para que al volar, la flecha vaya descendiendo ligeramente y caiga justo en el centro.

* * *

Pasando a otros temas, aprovecho la ocasión para recomendarles un par de blogs que también merecen su atención. Primero, me complace anunciarles que el blog del que nos despedimos hace unos cuatro meses, vuelve a la circulación. Me refiero a la bitácora de Danielov, quien ha estado participando como coautor de este blog, pero que ahora retoma su propio espacio. Visítenlo y juzguen, en lo personal a mí me parece muy bueno, y como no, si él fue mi mentor. Pueden leerlo
aquí.

La otra recomendación de hoy se refiere a mi hermanita, cuyos impulsos la llevaron por fin a iniciar un proyecto de éstos. Sus escritos son buenos y divertidos, además de que tienen un toque de limón, es decir, algo ácidos y/o agrios. A ella pueden leerla aquí.

Con esto me despido, agradeciéndoles nuevamente el estar al pendiente de los debrayes de este pobre loco. Comentándoles además que de ustedes dependerá que consiga otra veintena más de seguidores. Así que recomienden, recomienden, recomienden…

lunes, 2 de agosto de 2010

Azar vs Amor

-Toma un respiro, tómalo profundamente. Cálmate, --él me dice-- si juegas, juega para subsistir. Toma un arma y cuenta hasta tres.

Mientras me habla, me escudriña con la mirada. Sus ojos se clavan en mi rostro tratando de penetrar en mi interior, intentando adivinar mis sentimientos. Yo no hago más que asentir a lo que él me dice, un poco atontada. Ahora ya no es igual que la noche que decidí venir aquí. Mi decisión era absoluta y mi postura inquebrantable. Estaba harta de que el azar jugara con mi vida y de que esta no tuviera ningún sentido. “Así que si de eso se trata –pensé—entonces dejaré en manos del maldito azar si sigo viviendo o no”. La verdad era que en mi interior yo no estaba tan segura de morir, pero tampoco tenía el valor suficiente para seguir viviendo, enfrentándome a lo que llaman “destino”… había quedado más que comprobado que yo no podía contra él, o que él estaba empeñado en hacerme la vida imposible. Entonces veremos qué opina ahora que le pongo mi vida en sus manos: si quiere matarme, adelante.

Ahora estoy sudando, moviéndome lentamente. Ya no hay tiempo para pensar… es mi turno.

-Di una oración para ti misma –me dice--; cierra los ojos, a veces ayuda.
Pero entonces, al cerrar mis ojos, surge un pensamiento aterrador: él está aquí en medio, él que nunca a perdido en este juego… la ruleta rusa nunca ha logrado vencerlo, o más bien dicho, él a vencido al azar tantas veces…

Entonces siento su mano en mi hombro en un gesto de condescendencia. Tal vez ha leído en mis ojos la razón por la que estoy aquí, dispuesta a jugarme el todo por el todo.

¿Y qué es esto que siento? ¿Por qué ahora tengo ganas de seguir viviendo, de disfrutar otra vez de un nuevo sentimiento? Tal vez sean sus ojos color miel, o su sonrisa delicada con la que expresa todo y a la vez nada específico. Pero lo que más me cautiva es su voz… su forma de hablar tan sencilla en apariencia pero con una profundidad de pensamientos admirable.

-Dilssie –me dice sobresaltándome-- ¿te pasa algo?
Solo había quedado unos instantes meditando, pero él debió advertir que algo me inquietaba con su mirada suspicaz.
-Nada en absoluto, solo que no es tan sencillo como me pareció al principio.
-Lo sé y te entiendo. Lo he intentado varias veces, como sabes, y nunca he perdido (puesto que te estoy hablando), pero siempre es como la primera vez. ¿Sabes? No te veo tan convencida y no creo que estés lista para esto, pero si estás decidida…
-Claro que estoy decidida –lo interrumpí con un ademán que traté que se viera enérgico--, lo pensé mucho antes de aventurarme a hacerlo. El azar me ha jugado muchas malas pasadas y mi vida ahora carece de sentido. Así que deposito mi vida en manos de él y que decida por mí… porque yo ya estoy cansada.
-Lo único que no me cuadra es que cómo una mujer tan bonita e inteligente como tú llegara a sentirse tan mal.
-¿Y cómo sabes que soy inteligente si no me conoces?
-Es lógico, lo noto en tu forma de hablar.
Me vuelve a dirigir una mirada algo extraña, como si ya conociera todo de mí.
-Pues no lo soy, y obviamente tampoco soy bonita.
-De acuerdo, no vamos a discutir una mera apreciación personal; para mí lo eres y punto.

No recuerdo haber conocido a un hombre como él. Cada vez me cautiva más, y por supuesto tiene toda la razón… ya no estoy segura de querer hacerlo.

-¿Sabes? Creo que…
Lo sé –me interrumpe poniéndose un dedo en los labios para indicarme que no lo dijera--, yo también lo siento.
-¿Pero cómo sabes lo que te iba a decir, y que es algo que estoy sintiendo?
-¿Crees que el estar aquí tanto tiempo, observando las reacciones de cientos de personas al enfrentarse a la muerte no me ha dejado enseñanzas para identificar los pensamientos de los que hablan conmigo?
-Tal vez, pero creo que ahora estás equivocado. Ni siquiera yo estoy del todo segura de lo que te iba a decir. Ya no sé si quiero decírtelo…
-Entonces yo lo diré: me agradas, eres muy linda, bonita, inteligente, agradable, sensible y… eres muy cariñosa.
-¿qué? –entonces sí me sorprendí. Es la primera vez que nos vemos en la vida y ¿conoce mi personalidad a tal punto que sabe que yo solía ser cariñosa?— eso solo lo dices al AZAR, ¿verdad? No hay forma de que sepas cómo soy.
-Creo haberte dicho ya la razón de que me dé cuenta de tu forma de ser. No lo digo al azar y además acerté, puesto que no lo has negado.

Lo peor de todo esto es que, obviamente, a mí también me ha flechado este hombre, y en este preciso instante tengo una razón de peso para seguir viviendo, y así se lo expresé a él, quien pensaba algo parecido. Él tiene la marca más alta de juegos sin perder, pero ha sido simplemente coincidencia. Ha jugado varias veces prácticamente por la misma razón que yo, porque no se sentía con el valor suficiente de seguir viviendo, técnicamente, ambos somos unos cobardes. Sin embargo, el azar había decidido jugarle varias malas pasadas, puesto que hasta ahora, la bala se había negado a dispararse.

Entonces surge una idea en mi interior, algo que me ilumina enteramente: realizaré lo que vine a hacer de todas formas, jugaré contra el azar una partida de vida o muerte. Pero algo más: si gano, me quedaré junto a él de ahora en adelante, pero si pierdo, tal vez así tenía que ser. Se lo comenté a él y aunque ví una mueca de inquietud y dolor en su rostro, al final asintió y estuvo de acuerdo con la apuesta. No solo apuesto mi vida, sino nuestro… ¿amor?

-Tú puedes ver mi corazón latir, puedes verlo a través de mi pecho –le digo--,
estoy aterrada pero no me marcharé. Sé que tengo que pasar esta prueba. Solo apretaré el gatillo, y que el azar decida el resto.
-Toma el arma pues, sostenla con firmeza y gira la "ruleta” cuando estés lista. Entonces sin pensarlo, solo dispara.

Cuando mi vida parpadea ante mis ojos, me pregunto si volveré a ver el amanecer de nuevo.
Así que muchos no tendrán la oportunidad de decir adiós, pero es demasiado tarde para pensar en eso.

Él extiende sus manos y palpa algo sobre el mostrador, como buscando a tientas, cosa que me extraña bastante… y al fin, sus dedos tropiezan con un revólver, el cual me entrega luego de haberle colocado el respectivo proyectil.

-¿Estás lista?
-Claro –le digo tomando el arma--, pero antes quiero que sepas algo: si salgo vencedora, estaré contigo, te daré mi corazón, puesto que para eso sobreviviré…
No me deja decir más. Me abraza, y me deposita un beso suave en los labios. Mi corazón quiere salirse del pecho, y mis manos están frías y temblando.

Al fin me pongo en la posición correcta y apunto directo a mi cabeza. Giro el barril y luego de un instante… jalo el gatillo… oigo un chasquido que aturde mis oídos pero… ¿sigo viva? El rostro radiante de él me responde a mi pregunta. El azar ha decidido que siga viviendo.

Sin embargo, él extiende la mano y me arrebata el arma, diciendo:
-Es mi turno.
-¿qué? --Salto en seguida-- ¿Estás loco? ¡Gané la apuesta, ahora podemos estar juntos…!
-Lo sé, pero no solo eres tú, yo también tengo pendiente una revancha con el Azar como tú lo llamas, y le apuesto lo mismo que tú: mi vida y mis sentimientos. Te prometo, Dilssie, que si no muero, seré tuyo y tú serás mía.

Yo no doy crédito a mis oídos ni a mis ojos, y con aquel estado de estupor que me embarga, quedo petrificada mientras veo como decidida e inexorablemente, lleva el cañón a su sien. Quiero detenerlo, pero la aplastante fuerza de sus palabras y su mirada me lo impiden. Solo logro articular algunas palabras:
-No… no quiero que tú estés viéndome… ¡no me mires mientras lo haces!

Y él dice mientras gira el tambor con una voz profunda y hueca:
-Soy ciego, no puedo verte…
Y dispara.

Su cuerpo se desploma hacia atrás, sin darme oportunidad de tomarlo en mis brazos. Los ojos sin visión que antes me parecieran tan hermosos, tan vivos, se han cerrado para siempre.

P.D.: Esta historia está enteramente basada e inspirada en la canción Russian Roulette de Rihanna, por si no lo habían notado¬¬