martes, 2 de marzo de 2010

TU NOMBRE

1.-Caminaba por el parque al atardecer. Nada me preocupaba, nada me faltaba. No entendía porqué me sentía tan feliz, porqué mi pecho se hinchaba de alegría, porqué los latidos de mi corazón estaban tan acelerados. De pronto lo comprendí: sentí algo en mi mano derecha, sí, algo tibio, suave, delicado. Eras tú; tú y yo tomados de la mano, caminando juntos.
No había nadie a nuestro alrededor, solo tú y yo y el correr de la brisa, el sonido de nuestros pies descalzos al avanzar por el pasto, el canto de los pájaros regresando a sus nidos al ponerse el sol.

2.-No pronunciábamos palabra ni emitíamos sonido alguno; solo percibía tus movimientos al andar junto a mí, el aroma de tu piel que se esparcía envolviéndome, y el roce de tus cabellos sueltos que movía el viento. No parecías darte cuenta de mi presencia siquiera.
Entonces quise hablar, pronunciar tu nombre, decirte cómo me sentía en ese preciso instante, y además, escuchar tu voz en respuesta. Pero cuando lo intenté, no salió sonido de mi garganta, no pude pronunciar ni una palabra.
Traté de tranquilizarme, al fin y al cabo, estaba contigo, era feliz, y nada más importaba. Intenté recordar tu nombre para llamar tu atención pero… ¡no lo sabía!
Entonces quise evocar tu voz en mis recuerdos para tranquilizarme, y tampoco la tenía registrada mi cerebro. Parecía como si nunca la hubiera escuchado, como si nunca te hubiera tratado.

3.-De pronto, como en respuesta a mis pensamientos, tú me soltaste la mano, y por un instante creí desfallecer, pero en seguida recobré la calma al sentir que tu brazo se deslizaba por mi espalda y tu mano tocaba mi hombro izquierdo. No creí posible más felicidad. Hubo un movimiento inesperado en tu cuerpo, intuí que querías detenerte, que te habías vuelto hacia mí; y entonces, te detuviste.

4.-Estábamos a la sombra de un árbol frondoso –lo sé por las enormes raíces que sobresalían del suelo a mis pies—y no tenía idea de tus intenciones hasta que… sí, te aproximaste a mí lentamente; aquellos fueron los instantes más largos y más maravillosos de toda mi vida.
Cuando tu rostro y el mío estaban ya muy cerca, con nuestros labios a punto de rozarse, sentí un sobresalto: estaba temblando y no hacía frío, sudando y no hacía calor. Extendí mi mano para alcanzarte y palpé unas ropas suaves y húmedas... mis sábanas.

5.-No pude conciliar el sueño durante el resto de la noche, mis pensamientos corrían incesantemente por mi cabeza. Al siguiente día, no dejaba de pensar en ti, y me torturaba la idea de no saber tu nombre, de no recordar tu voz; y aún así, tenía la sensación de haberte encontrado en otra parte, en otro momento similar tiempo atrás. Pero claro, era posible aquello, puesto que mi cerebro te había creado en el sueño, podía tener la ilusión de haberte conocido antes.

6.-En todo aquel día nunca estuve tranquilo, todo me sobresaltaba y me impresionaba.
Al fin, la noche. La había estado esperando con ansias, y debido al agotamiento físico y mental de la angustia vivida en todo aquel día, me fui a acostar temprano. Sin embargo, no dormí si no hasta entrada la madrugada, pero desperté pronto, asustado, temblando y sudoroso: había tenido una pesadilla que ni siquiera recordaba.
No volví a dormir, y al amanecer, escuché a mi hermana alistándose para el trabajo, así que me decidí a acompañarla a desayunar. A ella le sorprendió, y más al ver mi semblante: se habían formado profundas ojeras en mi rostro e incluso me notaba ligeramente pálido.
El díia transcurrió sin novedad ni diferencia con respecto al anterior, y mis fuerzas físicas, morales y espirituales iban menguando.
Quería desesperadamente que llegara la noche… seguía teniendo la esperanza de volverte a ver, y recordar tu identidad que era lo que más me afectaba.

7.-Al fin llegó, y, nuevamente, me acosté temprano. Esta vez, en cuanto me acomodé y me arropé en mi cama quedé profundamente dormido, aunque no recuerdo haber soñado nada en seguida.
Entrada la madrugada, me visualicé nuevamente en aquel mismo parque, con el mismo escenario del sueño anterior pero… tú no estabas conmigo. Te comencé a buscar guiado únicamente por mi instinto y mis sentidos. Trataba de percibir algo de ti, tu aroma, tu voz –aunque no la recordara—o el calor de tu piel. Mi desesperación iba en aumento al no tener noticias tuyas ni encontrar rastro de tu presencia, y las ganas de gritar tu nombre me quemaban la garganta, pero seguía sin recordarlo.

8.-Al fin, un sonido: suave pero distante, subyugador y cautivante. Aunque no era muy claro, lo supe en seguida: ¡era tu voz! Comencé a caminar en la dirección del sonido, guiándome por mi instinto, palpando con mis pies el terreno que pisaba. Cuando me fui acercando capté otro sonido: era constante y grave, era como un fluir o un correr. “Un río”. No sonaba caudaloso, pero tampoco era pequeño; aún así yo estaba decidido a cruzarlo si fuera necesario para encontrarte.

9.-Al llegar a la orilla, efectivamente me dí cuenta de que tú estabas al otro extremo pero ahora tu voz era más clara; parecías charlar con alguien que te acompañaba, sin embargo no entendía tus palabras. Sin pensarlo, salté desnudo dentro del río y comencé a nadar impetuosamente. La desesperación parecía alargarlo, pero mi amor parecía darme fuerzas y velocidad. Al fin, cuando daba una brazada con mi extremidad derecha, mi mano chocó con tierra firme: era la orilla opuesta, y me aferré a ella como un náufrago.
Con lo que me pareció un solo movimiento, salté a tierra y me puse en pie rápidamente.

10.-Caminé en tu dirección –o al menos donde mi intuición me indicaba que te encontrabas, puesto que habías dejado de hablar—y extendí mi mano derecha para buscarte... y te encontré. Toqué tu hombro izquierdo; estaba desnudo. Tú no pareciste darte cuenta de mi presencia, no te sobresaltaste ni te volviste hacia mí.
Mi mano siguió su camino: Recorrí tu hombro hacia tu cuello, y continué recorriendo con mis dedos tu tersa piel. Continué hasta tu mejilla que parecía estar ruborizada, pues la sentí caliente, y había algunos mechones de cabello que el viento agitaba.
Entonces decidí recorrer la distancia que separaba a mis dedos de tus labios.

11.-Ansiosa pero lentamente, deslicé mi mano en su dirección y… las yemas de mis dedos tropezaron: ¿un rostro? Áspero y grande… ¿otro hombre?
Tus labios y sus labios se unían en un beso apasionado. Con mi mano libre alcancé tu brazo y seguí su dirección curva: lo sujetabas por su cintura y lo atraías hacia ti.

12.-Mis sentidos se nublaron: Dejé de oler, dejé de escuchar y perdí la sensibilidad. Algo estalló dentro de mí y un dolor indescriptible se expandió por mi pecho y mis entrañas. Sentí mi corazón quebrarse en pedazos; y antes de desvanecerme por completo, con las últimas fuerzas de mi ser, lancé un grito desgarrador pronunciando...
TU NOMBRE


De: David Martínez

6 comentarios:

Danielov dijo...

Aaaagh, me tuvo con los riñones en la garganta, cómo es usted gandalla.

¿Por qué siento que me ha pasado lo mismo?

Averigüémoslo ahora que vaya a dormir.

De rato.

Anónimo dijo...

No se que comentar...
el amor el amor ... ohh por dios el maor!!

es feo tener sueños donde desaparecen los susodichos

jejeje
a que caray
pero pues ais es la vida

en fin slaudos deivid
atte ile

fili... dijo...

tons cual era su nombre...!!!? esta bueno, solo que yo no hubiera gritado, yo le hubiera soltado un tremendo pero buen golpe al otro tipo, jaja. asta luego morro

Anónimo dijo...

Este amigo fili... "bonito" comentario. En fin, que se puede esperar de este niño.

Atte.
Cma

ADRI dijo...

què fuerte!!! desgarrador, como describes. pero en general, bueno. intenso.

Anónimo dijo...

omg!!! qe fuerte ee
haha son adictivosd haha
haces qe te l;o imagines y te lo creas aha qe bn eee
bueno am ya no se qe mas ponerte vale
te kiero
bye
tzaitel